La seguridad en Río sigue trayendo de cabeza al gobierno brasileño, que ayer decidía romper el contrato existente con la empresa de seguridad contratada para registrar a los aficionados dentro de los estadios por incumplir las condiciones del contrato, ya que solo tenía a 500 de los 3.000 empleados requeridos para cumplir el trabajo. El ministro brasileño de Justicia, Alexandre de Moraes, añadió que de esa labor se encargarían miembros del Ejército y de la Policía "asumiendo una obligación que no era suya".

De Moraes explicó que la empresa Artel Recursos Humanos fue contratada por unos 5 millones de euros para encargarse de la seguridad en los estadios y que "lamentablemente no cumplió los deberes contractuales. Inscribió a 3.000 personas y sólo contrató 500. Lo previsto era que la Fuerza Nacional sólo reforzaría la seguridad en los alrededores de las arenas olímpicas, pero ahora tendremos que hacernos cargo de todo", dijo.

Alarma de incendio. La delegación australiana, hasta ahora la más crítica a las condiciones de la Villa Olímpica, tuvo que evacuar ayer sus apartamentos por un pequeño incendio que activó las alarmas. La alarma se activó por la humareda que se expandió por las escaleras de la edificación después de que algunas cajas de cartón almacenadas en el sótano prendieran fuego por un cigarrillo arrojado accidentalmente, según informó el Comité Organizador, que no tardó en ser controlado por los bomberos destinados a la Villa Olímpica.

España toma contacto. El primer contingente de atletas españoles, formado por 190 deportistas y otros 130 técnicos, jueces y directivos, se instalaban la madrugada del sábado en la Villa Olímpica, para durante la jornada de ayer tomar un primer contacto con las instalaciones donde competirán a partir del día 5.