La ceremonia de inauguración de los Juegos de Atenas, en 2004, es la primera imagen olímpica que se le viene a la cabeza a María López. Cuatro años después, cuando ya había perfilado su carrera deportiva, centró su atención en el hockey hierba: "De Pekín me quedó el recuerdo de la final de los chicos". Con 18 años, la gijonesa incluso pudo imaginarse como protagonista en unos Juegos Olímpicos. "Eso le pasa a cualquier deportista que se lo tome en serio. Pero empecé a ser consciente de mis posibilidades cuando me empezaron a convocar para la selección sub-21 y para la absoluta".

Por eso, ahora que cuenta los minutos para su estreno en Río de Janeiro, a María López no le cuesta relatar una trayectoria que no siempre estuvo marcada por el stick: "Mi familia es de deportistas. Mi padre y mi tía jugaron al voleibol. Y uno de mis tíos, al baloncesto. Siempre estuve rodeada por el deporte. Yo empecé jugando al tenis en el Grupo Covadonga. Como veía a mi hermano jugar con el equipo de hockey, me dio por probar. Tenía nueve años y era la única chica. Me apunté a un campus de verano y me gustó, pero lo dejé y seguí con el tenis. Hasta que el entrenador del campus me fue a buscar y empezaron a apuntarse más chicas. Ahora es la sección del Grupo que tiene más equipos".

María no tardó en entrar en un programa de detección de talentos de la Federación Española, que supuso un buen aliciente: "Ibas a una ciudad con las mejores de España de esa edad durante una semana. Lo pasaba bien". Cuando, con 18 años, llegó el momento de dar el salto a Madrid para estudiar una carrera (ahora es licenciada en Dirección y Administración de Empresas), María López siguió siendo fiel a sus orígenes: "Durante mi primer curso en Madrid seguí en el Grupo y viajaba cada fin de semana para jugar los partidos. Pero al año siguiente me di cuenta de que tenía que dar un paso más".

Aunque ya entonces tuvo la oferta del potente Club de Campo, la gijonesa eligió al más modesto San Pablo Valdeluz: "Nunca había jugado en la máxima categoría y necesitaba coger ritmo". En 2010 creyó que había llegado su momento: "Jugar en el Club de Campo supone aspirar a todo. Fue muy interesante para mí por la importancia del club y por la posibilidad de entrenar y jugar con grandes estrellas nacionales e internacionales". También por el escaparate que supuso de cara a la selección española, de la que es habitual desde 2011. Un año que se le quedó grabado porque España perdió sus opciones de participar en los Juegos Olímpicos de Londres.

Desde ese momento, María López y sus compañeras se conjuraron para estar en Río de Janeiro. Fue una satisfacción enorme, aunque la clasificación haya llegado un poco de rebote, por la renuncia de Sudáfrica: "Llevamos unos años esforzándonos muchísimo, dejamos mil cosas de lado. Además, no es injusto porque en la World League ganamos a Sudáfrica por 2-0". Las españolas tuvieron que esperar hasta diciembre para confirmar que los dirigentes sudafricanos cumplían con su palabra: que no irían a Río de Janeiro si el equipo no quedaba entre los seis primeros en la World League.

"Nos faltó la celebración colectiva", dice María recordando el día de en que se confirmó su bautismo olímpico, que llegará hoy, a las 5.30 de la tarde hora española: "Somos conscientes de que tenemos el ranking más bajo de los seis equipos de nuestro grupo, pero iremos partido a partido con el objetivo de meternos en cuartos de final. En principio, los más asequibles son Corea y China". Por algunas compañeras del Club de Campo, con experiencia olímpica, María López sabe que el de los Juegos "es algo más que un torneo de hockey". Ahí entra la estancia en la villa olímpica, la ceremonia inaugural y la convivencia con otros deportistas, algunos de ellos ídolos lejanos hasta ahora. Por ejemplo, Usain Bolt: "Me gustaría ver en el estadio la final de los 100 metros. Y otras pruebas de atletismo, además de la natación sincronizada".

María López sabe que los dos asturianos que la precedieron en los Juegos dejaron el listón muy alto. "Masángeles es uno de nuestros referentes", dice sobre la gijonesa, capitana del equipo que logró la medalla de oro en Barcelona. "La gente dice que hay muchas similitudes entre nuestra selección y la del 92. Ellas tampoco llegaron como favoritas y también tuvieron que hacer muchos sacrificios para preparar los Juegos. Hace tres años decidimos cambiar el chip, después de que nos pasaran por encima en un torneo. Tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo para tener mejores medios. Así, poco a poco, fueron llegando los resultados".

Así que da por buenos todos los sacrificios y las horas que se han pasado en el campo de entrenamiento a las órdenes del seleccionador, el inglés Adrian Lock. O las sesiones de "coaching" con Pablo Usoz, un histórico del hockey español con una medalla olímipica como jugador y dos como entrenador: "Nos decía que cada vez que fue a los Juegos disfrutó de la experiencia, pero que sólo alcanzó la sensación de plenitud cuando se subió al podio de Atlanta-96 para recoger la plata".