Después de cuatro Juegos Olímpicos y 22 medallas, Michael Phelps encontró una razón para volver a machacarse en la piscina y competir en Río de Janeiro. "Sería fantástico ser el primer nadador en ganar un oro olímpico en una prueba individual con más de 30 años", anunció el entrenador norteamericano. Lo consiguió en la madrugada del miércoles, en su prueba favorita, los 200 mariposa, y tomándose la revancha del hombre que le batió en Londres, el sudafricano Chad Le Clos. Quizá por eso, en el podio no pudo contener la risa, feliz como un guaje. Tanta emoción también justificó que rompiera el protocolo y se acercara a la grada para abrazar a su madre y su mujer, y darle un beso a su hijo de tres meses, Boomer, que algún día será consciente de que su padre fue un deportista de otra galaxia.

"Todavía me veo como un niño. Yo no quiero crecer". Son palabras de Michael Phelps el pasado mes de abril, cuando todavía no había nacido su hijo y podía tener dudas sobre su rendimiento en Río de Janeiro. Porque después de colgarse 22 medallas en tres Juegos Olímpicos, y de haber perdido el control de su vida tras los de Londres, no sabía cómo respondería su cuerpo a la máxima exigencia. El cuerpo de un hombre de 31 años, exigido al máximo desde que era un niño.

Y que volvió a responderle de forma excepcional, hasta el punto de añadir dos oros a la colección en apenas media hora. Porque tras el de los 200 mariposa, escoltado por el japonés Masato Sakai (plata) y el húngaro Tamas Kenderesi (bronce) contribuyó decisivamente al del 4x200 libre (junto a Connor Dwyer, Townley Haas y Ryan Lochte). Agotado por el esfuerzo, el fenómeno tardó en expresar su satisfacción por su vigésimoquinta medalla olímpica, 21 de oro.

El brillo de Phelps, que aún aspira a cerrar su carrera con otras dos medallas en Río, ensombreció todo lo que ocurrió en un Centro Acuático entregado al fenómeno de Baltimore. Y eso que la noche vino cargada de gestas, como la de la húngara Katinka Hosszu, que dio un nuevo paso para coronarse como reina de los Juegos, tras vencer en la final de los 200 estilos. Un título que sólo parece en disposición de discutirle la estadounidense Katie Ledecky, que suma también tres medallas en estos Juegos, aunque sólo dos de ellas de oro, tras imponerse esta noche en los 200 libre. La española Mireia Belmonte buscó la pasada madrugada el oro en los 200 mariposa.