Los Juegos de Río alcanzan velocidad de crucero y han llegado los días en los que ya es posible separar el grano de la paja. A media tarde las ondas echan humo con el oro en aguas bravas de Maialen Chourraut, una madre de 33 años que pasea feliz a su hija de 3 años, a su entrenador y marido, a sus padres y la medalla que ha logrado de forma espléndida. Ésta es una medalla en la que cuenta sobre todo el trabajo en silencio porque el deporte es de los llamados minoritarios de verdad, porque ahora estará desaparecido otros cuatro años. Maialen se sube al podio olímpico el mismo día en el que Phelps se hace con dos medallas más, como si ya no tuviera bastantes. Y el mismo día en el que Rafa Nadal presenta sus credenciales a dos oros, en plena salida de una larga racha de lesiones. Claro que la reina de Río de Janeiro puede que sea la joven gimnasta americana Simone Biles, dicen que heredera de Nadia Comaneci. En jornadas como éstas la nostalgia por figuras deportivas como Luis Ángel Varela Villalobos crece de forma exponencial. Luis Ángel podría contarnos cómo algún ilustre comentarista escribió que la grandiosa gimnasta rumana era un puro producto de laboratorio y que aquellas sesiones míticas no le decían nada. Varela se indignaba con aquella su gracia y su amor por el deporte que no han tenido repetición en la historia reciente de Gijón.

Pero en plena vorágine olímpica los lectores de este periódico siguen volcados por la realidad del Sporting, que, por lo que se está viendo, preocupa, y mucho. Un agudo lector llama y plantea cuestiones tan capitales como la falta de gestión en el club para renovar a jugadores que salen de Mareo. Jony se fue llorando, sentencia el lector, y ahora se sabe que no hay manera de acordar con Meré la renovación de contrato, y tampoco con Sergio Álvarez y con algún otro canterano. Si el director deportivo no es capaz de llegar a acuerdos con los futbolistas de casa, el consejo de administración o la presidencia han de dar un paso al frente, hacerse cargo de las negociaciones y llevarlas a buen puerto.

El sensato lector va más allá y se plantea con crudeza la situación: si el club no puede mantener a los jugadores de su cantera, ha de cerrar Mareo; si el director deportivo no puede alcanzar acuerdos con los futbolistas de casa, está de más en el organigrama rojiblanco. Son planteamientos quizá radicales, damas y caballeros, señoras y señores diputados, pero de un realismo atroz en jornadas como las actuales en las que se ve en peligro la continuidad nada menos que de la joya de la plantilla, el central Jorge Meré.

Así están las cosas a horas de la presentación del nuevo equipo del gran timonel, hoy, a las ocho y media de la tarde, en el Anfield del Piles. Un responsable rojiblanco aseguró días pasados que el partido se había retrasado media hora para evitar la coincidencia con la corrida de la Feria de Begoña. No basta ese retraso. Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué negociaba noches atrás el director deportivo rojiblanco con el lateral Vranjes en el transcurso de una cena en una sidrería de Begoña?