El nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista más laureado de los Juegos Olímpicos, agrandó aún más su leyenda tras colgarse su vigésimo sexta medalla, la vigésimo segunda de oro, al imponerse en la final de los 200 estilos. Un triunfo que sirvió al norteamericano para conseguir uno de los pocos retos que aún se le resistían, tras igualar a sus compatriotas, los atletas Carl Lewis y Al Oerter como los únicos capaces de ganar una misma prueba individual en cuatro Juegos Olímpicos consecutivos.

Un dominio absoluto que comenzó hace doce años en los Juegos de Atenas, y que tras prolongarse en Pekín 2008 y Atenas 2012, se cerró en Río. En sus últimos Juegos Phelps ha vuelto a demostrar ser el mejor, ya que fue el único capaz de bajar del 1:55 minutos (1:54.66).

Proeza que tuvo esta vez como víctima al japonés Kosuke Hagino, el hombre que parece destinado a heredar el trono de Phelps, y que tuvo que conformarse con la plata, como le ocurriera tantas veces al estadounidense Ryan Lochte. Un Lochte que podría haber marcado una época, como atestiguan sus doce medallas olímpicas, si no hubiera coincido en el tiempo con Phelps, y que ni tan siquiera pudo subir al podio, tras concluir quinto en la final de los 200 estilos.

Phelps y Lochte se llevan unos meses de edad y libraron la que muy probablemente fue su última batalla. Buenos amigos, antes de que se diera la salida a la prueba de los 200 mariposa se les vio conversando animadamente. Un detalle extraño para un Phelps que suele saltar a la piscina con unos cascos y tan concentrado que ni saluda cuando la megafonía grita su nombre.

El de Baltimore aún tuvo que correr otra prueba en la madrugada de ayer después de colgarse el oro. En ella mostró por fin alguna debilidad y partirá con el quinto mejor tiempo -51.58- de todos los participantes en la final de los 100 mariposa que se disputó esta pasada madrugada, lastrado por el cansancio. Tan solo tuvo media hora de descanso tras imponerse en la final de los 200 estilos.

Un tiempo de recuperación suficiente para algún jovencito, pero no ya para una leyenda como Phelps, que cumplió el pasado mes de junio los 31 años.