A punto estuvo Mireia Belmonte de dar la sorpresa y colgarse su tercera medalla en estos Juegos Olímpicos en la espectacular final de los 800 libres. Belmonte, con un crono de 8:18.55 , batió su propio récord de España en 21 centésimas. Un récord que batió en los Juegos de Londrés y que le sirvió para colgarse la medalla de plata.

Pero la prueba en la que nadó la madrugada de ayer Mireia Belmonte fue una exhibición de Katie Ledecky, que batió el récor del mundo con un crono de 8:04.79. La plata y el bronce fueron para la británica Jazz Carlin (8:16.17) y Boglarka Karpas (8:16.37).

La nadadora de Badalona lo dio todo y así lo reconoció tras dar por concluida su participación en los Juegos con dos medallas, un oro en los 200 mariposa y un bronce en los 400 estilos. "Luché hasta el final, la estrategia era salir a tope, aguantar hasta el final y jugármela como siempre", explicó Belmonte.

La nadadora, de 25 años, tiene aún mucho que decir en la natación y aún le quedan retos por superar: "Me queda ser campeona del mundo en piscina de 50. Hay que querer más y no conformase con lo que se tiene", dijo. Belmonte también habló sobre los sentimientos que tuvo al colgarse su primera medalla de oro (en Londres 2012 fue plata en los 800 libre y en los 200 mariposa): "En ese momento tenía ganas de llorar y de reír", reconoció la catalana, quien en la ceremonia de entrega de medallas dejó salir "la emoción que tenía contenida".

Mireia Belmonte añadió que todavía no ha visto el vídeo de esa final porque es un momento que quiere compartir con su familia, pero sí destacó una imagen: "Cuando nos quedan quince centímetros para llegar a la pared. Esa foto describe cuatro años de trabajo en los que hemos buscado la perfección", añadió.

Preguntada por la importancia de su victoria, Belmonte reconoció que todavía le resulta "difícil asimilar una cosa tan grande" como la consecución de su primer oro y lo valoró como el premio al trabajo realizado los últimos cuatro años bajo la dirección de Fred Vergnoux y su equipo de trabajo. "Es un entrenador exigente, duro, pero compartimos momentos buenos, estamos casi siempre riendo", señaló.

Inmersa en la lucha por las medallas en las tres finales que disputó, Belmonto destacó su evolución en el aspecto psicológico desde la pasada cita olímpica. "En Londres era más novata. Es verdad que había ido ya a Pekín, pero no sabía qué era luchar por las medallas. Ahora sé controlar los nervios y las emociones de estar en una final olímpica. Tienes que aprender a creerte que eres tan favorita como la que está en la calle 4 y estar preparada para luchar sin pensar en lo que pueda suceder a nivel externo", explicó.