El británico Andy Murray llevó hasta la extenuación al argentino Juan Martín del Potro para retener el título de campeón olímpico y ganar su segunda medalla de oro consecutiva (7-5, 4-6, 6-3 y 7-5). Una dura lucha que sobrepasó las cuatro horas de partido terminó por encumbrar a ambos protagonistas, abrazados en el centro de la red cuando el británico se anotó el último punto.

Andy Murray se sentó después y rompió a llorar. Un desahogo necesario tras la presión cada vez mayor que soportó en la pista. Murray mantuvo el tipo a pesar de los arranques de furia y el afán de su rival, que sale reforzado también de Río. Devuelto a la elite y con un futuro que le advierte entrometido entre los aspirantes a la cima. El tenista de Tandil abandonó la cancha emocionado. En cualquier caso había sido el animador del torneo. El agitador de una competición para la que no contaba. Capaz de entrometerse en el camino de Novak Djokovic, número uno del mundo, y del español Rafael Nadal.

Pero lo que quedó claro tras la final es que los Juegos han terminado por ser una bendición para el británico Andy Murray, obligado a ejercer el papel de segundón en mas veces de las deseadas por culpa del absolutismo impuesto por el serbio Novak Djokovic en los tiempos recientes.

El escocés se ha convertido en el primer tenista de la historia en lograr dos oros olímpicos en el tenis individual. Nunca antes ningún jugador, del cuadro masculino o femenino, había logrado semejante logro. Sólo las hermanas Venus y Serena Willams y Rafael Nadal comenzaron la andadura con esa posibilidad junto a Murray, campeón en Londres 2012. Las jugadoras estadounidenses, poseedoras de cuatro oros cada una pero tres de ellos en dobles, cayeron prematuramente. Nadal, vencedor en Pekín 2008, llegó hasta la semifinal y perdió con el argentino Juan Martín del Potro, víctima ahora del escocés.

Murray, que llegó a Brasil como portador de la bandera de su país, sale de los Juegos con el oro al cuello. Se habitúa el escocés a acumular reconocimientos poco a poco. Referente del deporte allí, fue el primer tenista británico en ganar Grand Slam en individuales desde Fred Perry en 1936.

Con todo, el británico ha tenido tiempo de labrarse un historial reconocible. Con 38 títulos a sus espaldas, tres del Grand Slam, y veinte finales, el jugador escocés aún no desecha alcanzar la cima y llegar a ser número uno del mundo. Es el próximo objetivo de la raqueta británica, pendiente de cualquier desliz del jugador de Belgrado para obtener otro hito y otro pedazo de historia.