Media hora después de que el Madrid ganara la Supercopa de Europa, un sabio dijo: "El Madrid no sabe a qué juega". Desvela el guionista número tres de Al Palo, un tipo rudo y duro, de verbo áspero y, por tanto, complicado de tolerar, que tal sabio es militante activo de la corriente del futbolín, tan instalada en la Liga. Se discrepó con nuestro hombre: El sabio tenía razón. El Madrid gana sin saber a lo que juega. Por lo que se deduce que el día que sepa jugar se sale de los límites de la realidad, si es que ya no lo hizo sin saber a qué juega. Fue uno de los debates absurdos sobre los merengues.
Y en la pretemporada como tal, las "ponencias" fueron aún más pobres. Se esperaba el fichaje millonario para darle cera a Florentino por gastarse 120 kilos en, por ejemplo, rescatar a Higuaín o comprar a Pogba, Paul. No hubo fichaje galáctico, entre otras cosas porque ya no quedan galácticos. De hecho la única posibilidad era fichar a Simone Biles, Usain Bolt o Michael Phelps; y, con ellos, crear una sección olímpica en el club. Por lo que el ataque por no fichar no duró mucho ya que en esto del control del gasto debía de estar de acuerdo hasta cierto obispo "muy mirao" con los derroches del Madrid (no tanto con los de sus feligreses).
Se le dio una vuelta de tuerca al asunto y se intentó crear un filme de suspense con James. Que si se iba, ue se quedaba, ue con la clase que tiene no puede estar en el banquillo?Nada. Se desinfló tal discusión cuando estaba naciendo.
Tras estos asuntillos sin fuelle hay que decir que los de esta tribuna sí que seguimos aún en pleno precalentamiento, sin hacer pretemporada. No hubo tiempo porque el director de la Agencia Martínez Press (AMP) nos dio un veranito de trabajo de mucho cuidado con la cobertura de la Eurocopa (la que ganó CR7 cojo) y la de los Juegos Olímpicos.
Ahora bien, por lo visto en estas tres jornadas y para no saber a qué juega, este equipo mantiene su intensidad, u gran futbol, el que consiste en acelerar a media jugada evitando esos infames "sobeteos" al balón. O sea, tal y como terminan "Midnight Rambler" los "Rolling Stones" cuando la tocan en vivo: a toda pastilla y con verticalidad rítmica.
