En tardes futbolísticas como la de ayer, sábado, que anunció sin disimulos la llegada del otoño, hay que darse un baño de consuelo y reafirmar aquello de que vale más perder un partido por cinco a cero que cinco por uno a cero. Pues a ver si es verdad. Porque en el Calderón, damas y caballeros, señoras y señores diputados, se vino abajo la imagen de equipo poderoso que este Sporting renovado había ofrecido en los tres partidos anteriores. Fue el partido más corto de los posibles: a los cuatro minutos de juego las tropas del gran timonel caían por dos a cero por un Atlético que ha cogido la velocidad de crucero y que vuelve a querer meterse en la riña de los dos más grandes. Cuando los rojiblancos de Madrid marcaron el segundo gol, el recuerdo del partido de la temporada pasada en el campo del Real Madrid sobrevoló las grandes praderas rojiblancas. La realidad nos dijo que el resultado fue idéntico, aunque llegara por otros caminos, porque el Sporting aguantó el tres a cero en contra hasta muy avanzado el partido. Los dos goles finales, a mayor gloria y prez de Fernando, el último en el penalti de la desesperación, convirtieron la derrota en una especie de bofetada.

La historia del fútbol está llena de partidos que un equipo comienza perdiendo pero que es capaz de reaccionar para igualarlos en el juego, en el resultado o incluso para darles la vuelta. El Sporting de ayer ofreció una imagen insípida. Ni defendió bien, con varios agujeros por el centro letales, ni atacó con peligro. En una amplia fase de la primera parte el Atlético se encerró atrás y dejó llegar al rival hasta el borde del área. Pero ni hubo peligro, ni disparos ni síntomas de que el Sporting fuera a marcar. Tras el tres a cero, aquello quedó más visto para sentencia que algunos chanchullos que se pasean por los juzgados hispanos.

La segunda parte fue un añadido sin mucho sentido. El Atlético guardaba fuerzas y el Sporting, con el único cambio de Viguera por Isma López, ni remató ni impidió los goles finales de un Fernando Torres que se agarra a cada balón para ganarse la renovación de contrato. El cinco a cero es de los resultados que duelen.

Lo mejor del partido, desde el punto de vista de los rojiblancos de Gijón, fueron algunos detalles del joven Afif, que dio la impresión de que necesita más minutos para ir viendo si su aportación va a ir en aumento. En cuanto al debutante Douglas, primero extremo derecha, luego lateral derecha y, por fin, lateral zurdo, mostró oficio en su vuelta a la competición después de muchos meses ausente. Un partido como el de ayer es poco propicio para el juicio de cualquier futbolista, pero el brasileño del Barcelona ofreció síntomas de que puede convertirse en un auténtico refuerzo.

La goleada llega en mal momento, con la visita a Vigo a la vuelta de la esquina y la llegada del Barcelona dentro de una semana. El partido de Leganés muestra la amenaza que se cierne sobre el Anfield del Piles, donde las goleadas no son bien recibidas. La Liga se mete en harina y los equipos precisan del necesario equilibrio, que el Sporting no puede perder por la mala tarde de la despedida de un Calderón pocas veces propicio.