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Una semana de pasada

Fácilmente definible

Cuéllar está acostumbrado a ir por la vida con un concepto muy particular de la sinceridad

Ya conocíamos las venadas de Cuéllar en un campo de fútbol. Las últimas que recuerdo son del partido de la pasada temporada en El Molinón frente al Celta. Se quiso comer a Orellana y a Beauvue porque tuvieron la osadía de disputarle el balón. Limpiamente, por cierto. Alguna vez también se ha encarado con rivales que intentaron marcarle un gol desde 40 metros. ¿A quién se le ocurre, verdad? Cuéllar me merece todos los respetos como profesional porque lo considero un buen guardameta. Pero humanamente no resiste la comparación con otros que, además, eran mucho mejores, empezando por Jesús Castro y Juan Carlos Ablanedo. De hecho, algunos de los mejores futbolistas de la historia del Sporting que conocí (Quini, Joaquín, Ciriaco, Mesa, David, Jiménez, Redondo, Cundi) son un "10" como personas. Por eso es una pena que un club centenario tenga que soportar la mala publicidad de este personaje con maneras de matón de discoteca. Y ojo, Iván, que esto no es un insulto. Es una definición. Con la misma sinceridad que te caracteriza.

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