El seleccionador de Albania, Di Biasi, que ya había mostrado hace años sus enormes dotes como entrenador cuando estuvo muy cerca de salvar del descenso a un Levante condenado, había dicho antes del partido contra España que para empatar ante el rival no haría falta un milagro, sino dos. Di Biasi, que montó un cerrojo de tomo y lomo, estuvo cerca de los dos milagros. Un fallo de su portero impidió que se produjeran. El fallo dio paso al primer gol, siempre el importante, y más en partidos de ese corte, aunque luego llegó la delicia de Nolito, que justificó su creciente prestigio.

El partido demostró que Julen Lopetegui se trabaja los compromisos de la selección. Consciente de que el rival iba a renunciar al ataque, dispuso una defensa de tres, con Sergio Ramos, el hermano de René, en la banda derecha, lugar que Luis Aragonés siempre consideró que era su sitio natural dada la afición del futbolista a las frivolidades. Ramos, que sigue con sus botas negras, prueba de que no hay ninguna firma que acepte las sin duda altas exigencias para lucir unas de marca, estuvo centrado, aunque a ratos quiso convertirse en el organizador del juego del equipo. La desgracia le llegó al final con una lesión que lo va a tener de baja unas semanas.

La selección española volvió a tener casi siempre el balón, como pasó en el primer tiempo ante Italia, pero volvió a rematar tan poco como entonces. Es increíble que un equipo con tanto juego tenga no sólo tan poco gol, sino tan poca capacidad de disparo desde la media distancia, recurso clave en partidos como el del domingo, con el rival cerrado a cal y canto. Iniesta, autor de aquel histórico gol al Chelsea de Mourinho y de las Alas Pumariño, gracias a un tirazo desde fuera del área, ha dejado esa práctica por razones que se desconocen. Silva, Koke, Vitolo y el mismo Sergio Ramos tienen capacidad para lanzar con potencia desde fuera del área, algo que necesita esta selección como el comer. El nivel de juego del equipo vuelve a ser muy alto, pero el remate está lejos de vivir sus mejores días.

Claro que todo lo anterior queda en nada ante la nueva polémica suscitada por Piqué a cuenta de las mangas de la camiseta. El jugador anunció al final del partido su abandono de la selección cuando termine el Mundial de Rusia en 2018, harto de ser el centro de la discordia, siempre o casi siempre vinculado a su actitud sobre la presencia de Cataluña en España. El papelón de los empleados federativos llevando por la sala de prensa del estadio albanés las mangas cortadas de la camiseta es de los que marcan época. La disculpa de que cortó las mangas largas de una camiseta en lugar de usar la que llevaron todos sus compañeros aparece llena de pobreza, pero así son las cosas de Piqué, siempre en el centro de la controversia. Remember la noche de Gijón tras un partido en Oviedo.

No perdamos, sin embargo, las buenas costumbres; si pregunto, ¿molesto?: ¿qué jugador del Sporting montó un buen pollo porque el club le negó un adelanto para comprar un coche, hasta conseguir doblegar la voluntad del consejo?