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Una Semana De Pasada

La FIFA sigue echando balones fuera con Qatar

Marc Márquez celebra su triunfo en Motegi. KIMIMASA MAYAMA / EFE

Ya estamos acostumbrados a las noticias estrambóticas sobre el mundial de fútbol de Qatar. Y no es la primera vez que se habla de las condiciones de trabajo de las personas que participan en la construcción de los estadios. Un acontecimiento que mueve miles de millones de dólares condena a la semiesclavitud a seres humanos imprescindibles para que dentro de seis años el balón pueda rodar. La buena nueva es que alguien por fin ha tomado cartas en el asunto. La Confederación Holandesa de Sindicatos presentó la semana pasada una demanda contra la junta directiva de la FIFA por complicidad en la explotación de un obrero que se atrevió a denunciar su situación, parecida a la del millón de personas, la mayoría emigrantes, que participan en las obras. La FIFA ha contestado que no es responsable de "los problemas sociales de los países anfitriones". Un síntoma más de que pueden haber cambiado los nombres de los dirigentes, pero no el talante del organismo que un día decidió llevar el mayor acontecimiento del mundo, después de los Juegos Olímpicos, a uno de los lugares menos futbolísticos.

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