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Culé Moyáu

Gracias, Bob

Desde que sabemos que Bob Dylan es el nuevo premio Nobel de Literatura, el objetivo de Messi ya no es ganar el Balón de Oro, la Bota de Oro, el premio al mejor jugador de no sé qué o al mejor gol de no sé cuánto. El próximo objetivo de Messi es ganar el Nobel de Literatura no como premio a sus poemas, novelas o declaraciones, sino como reconocimiento al enorme derroche de imaginación que el jugador argentino exige a los que se niegan a reconocer que estamos ante el mejor futbolista de la historia. Es cierto que en algunas entrevistas Messi parece un poeta zen, un genio del haiku o un maestro del hiperrealismo mágico, pero esos méritos palidecen ante los escritos de los que defienden que Ronaldo, ese velocista, es mejor que Messi o se agarran al recuerdo de Pelé para negar poéticamente la tozudez de los hechos. Ahora que el Nobel se ha rendido ante el descomunal legado de Dylan, ha llegado el momento de los guionistas de "Los Simpson", de los economistas que escriben libros en los que se predice con exactitud el pasado, de los autores que publican su obra en las paredes de los baños y de los futboleros que explican por qué Messi no es tan bueno como dicen. Ánimo.

Salió Messi en la segunda parte del partido Barça-Dépor y marcó su golito, para desesperación de Alcácer (que sabe lo difícil que es hacerlo todo tan fácil) y horror de los poetas ronaldianos. Tendremos que estar muy atentos a las próximas contribuciones artísticas de estos poetas porque Messi cada vez se lo pone más difícil, así que tendrán que exprimir su imaginación, sobornar a las Musas y liarse las palabras a la cabeza en plan Allan Poe, o algo así. Puede que dentro de poco veamos a Messi en Suecia recogiendo un Nobel de Literatura que premiará haber inspirado la ingente obra de ciencia-ficción de Tomás Roncero. Qué emoción. Los humoristas del mundo le deben un par de cañas a Donald Trump, la física teórica tiene una deuda enorme con Sheldon Cooper, la arqueología debería guiñar un ojo de vez en cuando a Indiana Jones, el Empire State no sería lo mismo sin King Kong y Messi tendrá un recuerdo para los futboleros que le niegan el pan, la sal y la estadística cuando pronuncie su discurso como ganador del premio Nobel de Literatura. Pero nada de esto sería posible sin Dylan.

Gracias, Bob.

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