El Unión Financiera hizo buenos los pronósticos que le colocaban como favorito ante la visita del Cáceres, que venía de recibir la mayor paliza de la historia de la LEB Oro, por 63 puntos y en su propia pista. Sin hacer nada del otro mundo, apretando un poco en la primera parte y dejándose ir en la segunda, los ovetenses vencieron sin ningún tipo de apuro y se colocan con tres victorias en los cuatro partidos disputados. Tiempo habrá, ante rivales de mayor entidad, de calibrar las posibilidades reales del equipo de Carles Marco.

El encuentro comenzó lleno de fallos, desangelado, con unos extremeños todavía convalecientes y tremendamente inseguros y un OCB sin pisar el acelerador (13-13). El Oviedo dio primero, pero la entrada en pista del altísimo Nathanaelsson frenó inicialmente el dominio en la pintura de Dos Anjos. La primera bocanada de aire la puso la entrada en pista, en lugar del brasileño, de Mouhamed Barro, que contagió de intensidad a los locales. Unas buenas acciones defensivas colectivas y el acierto exterior de Manu Rodríguez abrieron la primera brecha (24-16 al final del primer cuarto).

Con el Cáceres aún en estado comatoso, pusilánime, indeciso y tremendamente desacertado, el Unión Financiera dio un paso adelante en el segundo cuarto, presto a resolver por la vía rápida. Pudo suceder en un par de contragolpes, pero Barro falló lamentablemente un mate en una jugada iniciada por un buen robo de Santana.

El trabajo que empezaron los interiores lo remataron los exteriores. En el segundo parcial emergió la figura de Dani Pérez, que ayer dio un curso acelerado de cómo se dirige un equipo de baloncesto. Su buena defensa y su lectura del juego suelen ser remarcables, pero ayer le acompañó además el brillo de los números estadísticos, hasta el punto de convertirse en el jugador más valorado del equipo.

Ni siquiera la tercera falta de Dos Anjos en un periodo de descanso de Barro hizo tambalear a los jugadores ovetenses. El juego interior de los visitantes fue tan flojo que no pudo ni sacar partido de los minutos en los que Marco puso en pista, como teóricos interiores, a Salvó y Windler. Sintomática fue la única acción en la que el lituano Riauka pudo hundir a Salvó en la zona: su falta de toque hizo que el balón se saliera.

Por si eran pocos los males del Cáceres, Löfberg, que apunta a máximo anotador de calle del OCB esta temporada, dio señales de vida con un par de lanzamientos lejanos. Así las cosas, el partido estaba prácticamente visto para sentencia al descanso (46-28).

La relajación del Unión Financiera en la segunda parte fue patente, y únicamente la flojera rival le permitió vivir sin angustias. En el tercer cuarto llegaron las cuartas faltas de Löfberg y Dos Anjos, pero el desparpajo ofensivo y rachas anotadoras aisladas de los locales mantenían una diferencia abismal entre ambos equipos. Las primeras canastas consecutivas del Cáceres dejó la diferencia en +16 al final del tercer cuarto (70-54).

El último cuarto no pasará a la historia del baloncesto. Con media grada al borde del bostezo, el Cáceres consiguió acercarse hasta los diez puntos en un ejercicio de falta de concentración que el Unión Financiera no podrá permitirse demasiado a lo largo de la campaña. El último tirón, para cerrar definitivamente el partido, lo pusieron una bandeja de Dani Pérez y una nueva penetración del base para asistir al triple de Manu Rodríguez, ayer de muñeca fácil. El intercambio final de canastas, una sobre la bocina de Marcius, dejó la diferencia final en los diez puntos y contentó a ambos: a los locales por el triunfo y a los visitantes por la mejoría del segundo tiempo.