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A los pies de Messi

Los goles del argentino y las paradas de Ter Stegen marcan la diferencia entre el Barça y el Manchester City en un partido muy accidentado

Messi marca el primer gol del Barcelona tras superar a Claudio Bravo. JHON SIBLEY / REUTERS

El Barcelona no jugó especialmente bien. El Manchester City no estuvo nada mal. Por eso, la explicación al 4-0 hay que buscarla en detalles como la presencia de Messi, en un área, y la de Ter Stegen en la otra. Sonó el himno de la Liga de Campeones y volvió el mejor Messi, que empezó poniendo a sus pies a Claudio Bravo y, después de apuntarse otro "hat-trick", no paró hasta arrancarle una sonrisa a Neymar, al que había cedido inútilmente un penalti. Antes de que se desatase el "show" de Messi, Ter Stegen había sostenido al Barça con paradas extraordinarias. Con una defensa de ocasión por las lesiones de Sergi Roberto, Piqué y Jordi Alba, el alemán demostró que, además de pies, también tiene brazos.

Aunque no tenga la misma trascendencia, la segunda visita de Pep Guardiola al Camp Nou fue tan traumática como la primera. Y, como entonces con el Bayern, con un marcador nada acorde con lo ocurrido en el campo. El Barça y el Bayern jugaron a lo mismo y tuvieron más o menos las mismas oportunidades, pero el desequilibrio en el marcador fue evidente. E indicativo de que, por encima de las pizarras de los entrenadores, están los futbolistas. Y por encima de todos, Leo Messi. Ha vuelto de la lesión mejor que antes, que ya es decir.

La exhibición goleadora de Messi empezó con uno de los muchos accidentes que se dieron en el partido. Porque sólo él pareció esperar el resbalón de Fernandinho que le dejó mano a mano con Bravo, al que venció con un amago antes de mandar el balón a la red. Fue poco después del primer susto para la afición azulgrana por la lesión de Jordi Alba, que se sumaba a la ausencia en el otro lateral de Sergi Roberto. Luis Enrique apostó por Mascherano y le salió bien porque el argentino tapó correctamente su banda y estuvo en el origen del 1-0.

La ventaja era la única buena noticia al descanso para el Barcelona, ya que en el minuto 38 Piqué había tenido que dejar su sitio a Mathieu. El central aguantó unos minutos con el tobillo dolorido por una entrada de Silva, fase que aprovechó el City para rondar el empate. Ahí empezó el recital de Ter Stegen, que además de su maestría con los pies encandiló al Camp Nou con dos paradas casi consecutivas a Nolito y Gündogan, a cada cual más difícil.

Los jugadores del City se fueron al vestuario lamentando su falta de puntería y la poca vista del árbitro, que no pitó penalti en un centro de Sterling cortado por el brazo de Digne. No rechistaron, sin embargo, cuando Mazic le enseñó la tarjeta roja a Bravo. En una salida fuera del área, el chileno intentó jugar el balón y se lo entregó a Luis Suárez, que no dudó en buscar el gol en buscar la portería vacía. Bravo lo evitó con una parada castigada indudablemente con la expulsión.

Fue el punto de inflexión del partido porque el Manchester City había vuelto del descanso con la misma ambición y buenas sensaciones que en el primer tiempo. En vez de contemporizar, el Barça se tiró al cuello de su rival. Como el City no varió el guión, una pérdida cerca de su área fue castigada por Messi, que remató duro y pegado al poste, imposible para Willy Caballero.

Hasta el final del partido, el guión no cambió, con todos los focos sobre Messi y Ter Stegen. El portero se consagró con un paradón a De Bruyne, que se plantó solo tras una falta no señalada sobre Iniesta, y otro en una falta lanzada por el especialista Kolarov. En el otro lado del campo se acentuó el protagonismo de Messi. Primero para aprovechar un pase de Luis Suárez, que le robó la cartera Gündogan. Y en el acelerón final, ya con igualdad numérica por la expulsión de Mathieu, por su empeño en hacer partícipes del éxito a sus compañeros del tridente.

En una arrancada eléctrica, Messi provocó un penalti que cedió al necesitado Neymar. Como Caballero frustró aún más al brasileño, el "10" azulgrana tuvo que volver a arremangarse e inició una jugada que el "11" culminó con un baile en el área y un tiro cruzado al que esta vez no pudo contestar Willy. Poco después, Luis Enrique y Pep Guardiola se abrazaban, con mucha menos efusividad de la que habían mostrado al descanso en el túnel de vestuarios.

Guardiola no estaba para bromas tras sufrir la derrota más dura desde que aterrizó en Manchester. No podía reprocharle nada a sus jugadores, pero se marchaba con un 4-0. Claro que, cuando rebobine, el técnico se dará cuenta de que no hay mayor misterio que el que conoció en su etapa en el banquillo: el estado de ánimo de Leo Messi.

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