Cuando del bombo salió la papeleta del Real Madrid, en el vestuario de la Cultural se celebró como si fuera un título: los jugadores se levantaron bruscamente, empezaron a gritar, hicieron un corro y hubo hasta manteos. Sólo faltó el champán.

Ese día, en Doha, a 7.161 kilómetros de León, la noticia también se recibió como un regalo, sin manteos ni cámaras de televisión, pero como un regalo. Allí, en la calurosa capital de Qatar, residen los que, desde hace once meses, son los dueños oficiales de la Cultural Leonesa, un club con 93 otoños al que, en menos de un año, le ha cambiado la vida por completo.

Su historia reciente guarda, con matices, cierto paralelismo con la del Oviedo, a saber: una entidad ahogada por las deudas que pide auxilio y, sobre la bocina, encuentra un inverso millonario, que asume la gestión, sanea el club y alumbra un futuro prometedor.

En 2011, la Cultural Leonesa descendió a Tercera División por impago a varios de sus jugadores. En ese momento era un club arruinado por la gestión de unos empresarios inmobiliarios que fracasaron en su intento, siempre equivocado, de hacer negocio con el fútbol. Dejaron el club como un solar. Desde entonces, el club las pasó canutas y fue tirando como pudo, con un ojo en lo deportivo y todo lo demás en lo económico, liderado por Felipe Llamazares, un exárbitro de la ACB convertido en director general de la entidad. Llamazares se puso a ello y redujo la deuda de tres millones a 1,7 en tres años al tiempo que el equipo iba ganando partidos para ascender a Segunda B, primero, y luego consolidarse en la categoría de bronce.

En esas estaban, en ir tirando poco a poco, en ir salvando obstáculos, cuando un día de verano del año pasado apareció el milagro en León: un inversor multimillonario estaba dispuesto a comprar la entidad. Se llamaba Academia Aspire y era uno de los centros de alto rendimiento más lujosos del mundo, propiedad de Tamim Al Thani, emir de Qatar, uno de los jeques más acaudalados de los Emiratos. Había puesto sus ojos en la Cultural por mediación de uno de los abogados de la Academia, José Lasa, exjugador de baloncesto en León y con buenas relaciones con Llamazares.

Aspire tenía su sede en Qatar, país que acogerá el Mundial de fútbol de 2022, y fue muy franco a la hora de plantear sus intenciones: buscaba un club en España, con instalaciones medianamente decentes y con cierta historia, para hacer de él una especie de fábrica de futbolistas. Los jugadores llegaban a León, se formaban y se iban a Catar a competir. Una buena salida para un club el borde de la desaparición. Después de meses de negociaciones, aquéllo cristalizó definitivamente el 3 de diciembre del año pasado, cuando los representantes de la academia adquirían el 99,47% del capital. La compra era oficial.

Aquel día, los representantes árabes se presentaron en León para culminar la adquisición y echar un vistazo a las instalaciones del club. Hoy estarán por segunda vez a la capital leonesa para asistir, desde el palco, al partido ante el Madrid.

Desde entonces, desde que Aspire asumió su gestión hace once meses, la Cultural Leonesa es un club con aires renovados, con 3.200 socios y subiendo (menos que la Ponferradina, el otro equipo de León). La deuda de 1,7 millones ya está saldada, se ha potenciado la cantera con varios entrenadores en cada equipo, se ha fortalecido la estructura interna, se ha comprado material y se ha dotado a la entidad de un presupuesto de dos millones de euros sólo para esta temporada, uno de ellos para la plantilla del primer equipo, que actualmente es líder del grupo I de Segunda B.

Además, por León ya han pasado un puñado jóvenes jugadores cataríes. La temporada pasada estuvieron ocho y se espera que en los próximas semanas lleguen otros seis. La intención es que se formen y crezcan de cara a poder competir en el Mundial de Qatar, un país con poco más de dos millones de personas y con una Liga de 12 equipos en la que juegan conocidos como el exbarcelonistas Xavi Hernández y por la que han pasado otros como Pep Guardiola, Raúl González o el técnico del Oviedo Fernando Hierro.

Hoy la Cultural, que tiene en su haber una temporada en Primera (año 1955) y 14 en Segunda), trabaja con la tranquilidad financiera de sus dueños cataríes, que hoy sonreirán a la vera de Florentino Pérez.