La primera vez que José Antonio Sánchez Gandoy (Figaredo, Mieres, 1950) practicó judo fue "todo un desastre". Era un día de 1969. "Físicamente era débil, no valía para nada. Fue lamentable", recuerda entre sonrisas. Pero hubo algo que le cautivó. El respeto entre los competidores. El ritual de los saludos. Los judokas descalzos. Los sonidos. "Desde ese día no paré hasta hoy. El judo es mi vida", explica. A Gandoy le sorprendió tanto el judo que lo acabó por convertir en una rutina de vida.

Un simple dato explica su pasión por este deporte: Gandoy tiene 66 años y lleva 48 vinculado al judo. El 72% de su vida. Fue judoka raso, entrenador, juez, maestro. Fue el primer asturiano en alcanzar el octavo dan, máximo grado actual en España. Todo eso lo sigue siendo actualmente desde el gimnasio que regenta en Gijón. Lo que ya no será es seleccionador asturiano de kata, una modalidad del judo en la que prima la técnica. Gandoy dejará el cargo tras 19 años y un porrón de éxitos para el judo regional.

-¿Por qué lo deja?

-Es un ciclo que se terminó. Ya no tengo el mismo arranque que antes. Hay gente nueva y hay que dejar paso a otras ideas. Además hay personas que se van y con las que estaba identificadas.

Habla Gandoy de Víctor Valle "Viti", que en pocos días dejará de ser presidente de la Federación Asturiana de Judo, posiblemente el 24 de noviembre. Ambos mantuvieron una conversación hace cuatro meses. Gandoy le advirtió de sus planes y Viti le pidió que esperara a las elecciones. Y eso hizo hasta esta semana, que decidió anunciar públicamente su marcha.

Gandoy no deja el judo, "eso es imposible", deja un cargo que, sostiene, le hizo "muy feliz". Por eso, porque por el retrovisor sólo ve ahora buenos momentos, quiere convertir su renuncia en una suerte de agradecimiento gigantesco. "A presidentes, a maestros, a los gimnasios que colaboraron" y, "de forma especial", a "los deportistas que estuvieron en el equipo". Un equipo, dice, que ha fraguado "un estilo definido", "reconocible. Fuimos una piña siempre". Ese, quizá, sea su gran legado: haber conseguido de la nada un equipo reconocible.

Y aquí cita a judokas como Vicente González o Ángel Prendes, que quedaron campeones de Europa y también consiguieron una medalla de bronce, o a Amelia Fernández y Elena Rodríguez, subcampeonas de Europa y medalla de bronce. Gandoy dice que fue uno de los mejores momentos, pero no los únicos.

-¿Y el peor momento?

-Algunos campeonatos de Europa donde tú crees que podías haber hecho más y los jueces te puntúan de forma que no compartes.

Gandoy insiste en lo del agradecimiento. Cauteloso, no quiere pisar ningún callo en su despedida, aunque sí repite una y otra vez lo de la "implicación" como prueba de fuerza para el futuro, que los clubes de la región se involucren más. "Hay 40 clubes y sólo participan 6 ó 7, y esto es jorobado. Con muy pocas personas es difícil que salgan medallistas".