El domingo 27 de noviembre fue inolvidable para varios deportistas que alcanzaron la cima en su disciplina. Por ejemplo, para los tenistas argentinos del equipo de Copa Davis y, sobre todo, para uno de ellos, Juan Martín del Potro. Todas las exageraciones tan propias de su país son merecidas en el caso de este gigante. Porque conocida su historia de superación hay algo de heroicidad en su victoria frente a Marin Cilic tras remontar dos sets. Delpo ya había conmovido al mundo con su espíritu de lucha en los Juegos Olímpicos, donde se le escapó el oro por un suspiro, pero en Zagreb entró definitivamente en el Olimpo. Mientras, a muchos kilómetros de distancia de Zagreb otro gran competidor, Nico Rosberg, se coronaba campeón del mundial de Fórmula 1. Por genética y las peculiaridades del deporte, su camino pudo haber sido más llano, pero nadie le puede negar méritos en un mundo tan competitivo. Cinco días después, Rosberg anunció que con 31 años lo dejaba, que en la vida había cosas más importantes, como estar más tiempo con su familia. Dos formas de entender el deporte, igual de admirables y de respetables.
