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Culé Moyáu

De repente, lo de siempre

No entiendo la insistencia de Keylor Navas en atribuir a Dios los méritos de su equipo y de su propia seguridad bajo los palos cuando, del mismo modo que Laplace reconoció ante Napoleón que no necesitaba la hipótesis de Dios para explicar la mecánica celeste, el Madrid no necesita ni a Dios, ni a la suerte y ni siquiera necesita jugar bien, mal o regular para ganar o, al menos, para no perder. Al Madrid le basta con Sergio Ramos y con que los partidos sigan durando 90 minutos.

La crónica del partido Barça-Madrid podría haberse titulado "De repente, un extraño" porque fue extraño que, de repente, el Barça hubiera podido derrotar al Madrid gracias a un gol de cabeza de Luis Suárez. En un partido en el que el Barça estaba jugando poco y mal, que de repente la cabeza de Luis Suárez apareciera por el área pequeña tras un lanzamiento de falta era verdaderamente extraño para los que llevamos años acostumbrados a ver ganar al Barça de formas menos heroicas. Pero no. La crónica del Barça-Madrid debería titularse "De repente, el de siempre" porque la relación entre Sergio Ramos y el gol en el último suspiro ya forma parte de la mecánica celeste del fútbol. Dios no tiene nada que ver en esto. No le demos más vueltas. Es Ramos. El Madrid no jugó bien, aunque tampoco mal, pero como los partidos duran 90 minutos, el extraño gol de Luis Suárez fue compensado por el gol de siempre de Sergio Ramos. ¿Podría Arda Turan haberse ahorrado la falta que dio lugar al gol de Ramos? Es posible. Y qué. Si no hubiera sido Turan, habría sido un córner, o un centro a la desesperada de Modric, o un larguísimo saque de portería que termina con la pelota en el área del Barça. Las leyes de la mecánica son las leyes de la mecánica. Sheldon Cooper puede exclamar "¡Oh, gravedad, ramera despiadada!" todas las veces que quiera, pero la gravedad seguirá siendo la gravedad. Los culés podremos exclamar "¡Oh, gol en el último minuto, ramera suerte despiadada!" todo lo que queramos, pero el gol de Ramos seguirá siendo el gol de Ramos. Si tropezamos bajando una escalera, nos caeremos sin remedio. Si el Madrid va perdiendo un partido importante, Sergio Ramos marcará de cabeza en el último minuto. Es así.

La gravedad y el gol de Ramos en el último minuto. O sea, lo de siempre.

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