Los últimos días pasaron con el debate sobre el "Balón de Oro", que no sentó bien. Suele ocurrir en las mejores familias, y si la familia es la del Madrid suele producir un debate agudo, como una diarrea incontrolable. Pero estas cosas son así. Dependiendo de dónde caiga esa esfera tan dorada como debatida se verá muy bien, mal o peor. Encima, para más irritación del colon, va CR y cuela un "hat-trick" en la final del Mundialito. Y lo hace cuando el Madrid estaba jugando peor.
Ahora bien, tampoco es para analizar estas "cosas" como alma en pena, al menos hay que disimular el disgusto. Por estar con mal cuerpo lo están hasta algunos infieles de la casa blanca, que no acaban de encajar la marcha del equipo.
En fin, que la semana recordó a "Canción triste de Hill Street", aquella serie en la que mandaba el capitán Furillo. En este caso pongamos de título "Debate triste de Concha Espina Street". Eso sí, el "capitán Zidane" va a tener que poner la comisaría en orden más a menudo para que la frase de ánimo antes de empezar la jornada ("Tengan cuidado ahí fuera") se cumpla y el equipo abandone esos relax con los que se complica ciertos partidos que no deberían tener complicación. Lo hizo ayer en Japón. Aunque no es menos cierto que los jugadores lo hacen por animar audiencias y dar categoría a este título. Siempre creando suspense, siempre ayudando al espectáculo del fútbol. Dicho ello, hasta aquí hemos llegado. En el próximo año hay que dejar los minutos extra y resolver a las primeras de cambio. Ya se hizo lo suficiente por ayudar al fútbol mundial.
Así pues, Feliz Navidad Blanca (nada que ver con el anuncio de la serie plantado debajo del Tío Pepe de la Puerta del Sol), a pasarlo bien en las fiestas y a esperar el año 2017, que, seguro, volverá a tener el mismo debate a fin de año a cuenta de la "bola de oro". De hecho, ya hay favorito para tal pelota dorada.
Entre tanto, pongamos para el CD de "Al Palo" dos "Feliz Navidad", la de "Boney M.", que fue villancico en tiempos "dance", aquellos tiempos en los que las discotecas tenían luminosas bolas en el techo, al estilo del "Balón de Oro" pero en plan "bailongo", y la auténtica, mucho más "gold": la del gran José Feliciano.
