A Adrián Menéndez, voluntario del Unión Financiera, le costaba contener las lágrimas después de que su equipo se impusiera ayer al Barça B y completase la primera vuelta invicto en casa y como líder de la LEB Oro. Un éxito que tiene como premio para el club ovetense ser anfitrión de la Copa Princesa, un título que se jugará en Pumarín a partido único el viernes 27 de enero.

Adrián llega a Pumarín varias horas antes de que comience cada encuentro para montar las canastas, preparar las gradas y que todo esté listo para vivir una nueva fiesta en el ya emblemático polideportivo carbayón. Es uno de los primeros en llegar y uno de los últimos en irse. Antes de dejar el pabellón él y mucha otra gente que colabora con el club tiene que desmontar todo para que al día siguiente la instalación pueda volver a ser utilizada. Todos ellos forman lo que Víctor Pérez, el capitán del equipo, reivindicaba al término del encuentro al tiempo que se abrazaba a todo el que se le acercaba: "La familia que formamos en el Oviedo Baloncesto es algo muy difícil de conseguir".

El partido de ayer fue una nueva muestra de madurez de un equipo que destaca precisamente por su juventud. Uno de esos partidos en los que cuesta encestar, se agarrota el brazo y hay más tensión de la habitual. En juego estaba clasificarse para disputar por primera vez el título de Copa de la segunda competición en importancia del baloncesto español. Todo un hito para un club nacido hace sólo una docena de años y que en muy poco tiempo ha cambiado el panorama del baloncesto asturiano por completo, poniéndolo de nuevo en el panorama nacional y demostrando que, haciendo las cosas bien, no hay ningún sueño que sea imposible. Sin coger atajos, pero sin ponerse límites.

El Unión Financiera fue ayer un equipo consistente, que se puso al frente del marcador desde los primeros instantes y que supo madurar el encuentro para poco a poco ir venciendo la resistencia del rival.

Un rival, el filial azulgrana, con mucho talento en sus filas y con dos veteranos como Jordi Trías y Víctor Sada -ambos internacionales con la selección española- capacitados para amargarle la noche a cualquier equipo que no se los tome en serio. Por más colistas que sean y por más derrotas (11) que lleven acumuladas.

El Unión Financiera no hizo su mejor partido de la temporada. Pesaron los nervios, la responsabilidad. Había mucho en juego y encima se encontraron con un Trías que en el primer tiempo estuvo imperial, sobre todo en la faceta reboteadora. Al descanso el conjunto azulgrana había cogido 25 rebotes por 14 del Unión Financiera, siendo especialmente preocupantes los 10 ofensivos que había concedido el conjunto carbayón. Aún así, estaban por delante (36-30) en el marcador. Había más tranquilidad en la pista que en una grada que ansiaba el final feliz.

Fue un encuentro en el que ningún jugador alcanzó los veinte puntos de valoración. Demasiado desacierto en el lanzamiento por ambas partes. Pero el conjunto ovetense sí que tuvo un líder en Dani Pérez, el que viene siendo el motor del equipo toda la temporada. El base tiene un uno contra uno demoledor, está en un estado de forma espectacular y, además, tiene confianza y seguridad. Sabe de su importancia en el equipo y la asume. Ayer se las vio nada menos que con Sada y con Stefan Peno, un base que ya ha acumulado mucho minutos de juego con el primer equipo del Barcelona, y volvió a salir airoso.

Pero, como siempre, todos en el Unión Financiera aportaron su granito de arena para el bien común. Mouhamed Barro, con una labor que suele pasar más desapercibida, dio energía y aportó dureza en defensa; Felipe dos Anjos volvió a estar bien, cada vez más peligroso en ataque y más sólido en la faceta reboteadora; Eduardo Hernández-Sonseca puso la experiencia debajo de los aros y trató de frenar a Trías; Manu Rodríguez, atascado en los triples en la primera parte afinó la puntería en la segunda (cuatro sin fallo) para ir cimentando una renta que no hacía más que crecer; Löfberg aportó su talento ofensivo; y Carlos Martínez su trabajo incansable. El trabajo ya estaba hecho. Faltaba la guinda y la puso el canterano Alonso Meana, de 16 años, cerrando el encuentro con un triple que daba paso a la fiesta. Con el capitán Víctor Pérez al frente compartendo la alegría con la afición.

Y cuando las luces se apagaron, cuando Pumarín recuperó el silencio, Adrián se iba a casa orgulloso de su equipo. Orgulloso de su familia.