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Fútbol Primera División

El crecimiento de Zidane

El buen tono físico del Madrid, su progreso táctico con la presión en campo rival y la gestión de la plantilla, con los futbolistas enchufados, encumbran al galo

Hay ya dos títulos en el zurrón y un liderato en solitario en la Liga; están los cuartos de la Copa a tiro, hay ocho goles en dos partidos en un fulgurante inicio de año y hay también un récord compartido de 39 duelos sin perder que puede quedar en solitario el próximo jueves en el Pizjuán. Hay todo eso en el momento más dulce de la temporada para el Real Madrid y el foco no es tan fuerte sobre Cristiano Ronaldo como lo es sobre Zinedine Zidane.

Una de las mejores noticias hoy en día para el Madrid, para el futuro del Madrid, seguramente sea ésa: que por primera vez en mucho tiempo los piropos en los tiempos de bonanza blancos no los acapara Ronaldo sino que emerge Zidane. El francés es un entrenador que, con buenas formas y alejado del estruendo, sin victimismos ni estridencias, con mano izquierda y un porrón de sentido común tan incomún tantas veces en el fútbol, ha conseguido que los blancos no dependan exclusivamente de la estrella portuguesa, cuya cuesta abajo se adivina cercana a pesar de que los reconocimientos y premios que recibe estos días ayuden a desenfocar las (regulares) sensaciones que transmite en el césped, donde antes se iba al galope, potente, y ahora sólo remata.

El Madrid ha igualado el récord de 39 partidos sin perder que tenía el Barcelona de Luis Enrique con la misma naturalidad con la que, por ejemplo, Zidane trató el caso de James: protestó públicamente en Japón por la falta de minutos y dijo que valoraba salir, así que el francés habló con él en privado, lo calmó y le dio la titularidad en el primer partido del año frente al Sevilla. El colombiano, una de las debilidades del presidente Florentino Pérez, no sólo marcó dos goles frente a los andaluces sino que, 17 días después de su ruidoso pataleo, subió una foto a su cuenta de Twitter presumiendo de su enorme felicidad en el Madrid.

En la gestión de ese problema se advierte una de los grandes logros de Zidane durante su primer año de entrenador blanco: su capacidad para apagar fuegos y mantener a todos los futbolistas enchufados. En una plantilla tan exageradamente buena y con tantos egos como la del Madrid, tener medianamente contentos a todos es un éxito incuestionable. Esta circunstancia parece probar, primero, su carisma en el vestuario. El galo, uno de los grandes del fútbol, convence a sus futbolistas. Ha sabido repartir esfuerzos, premios y minutos sin levantar más ampollas que las mediáticas. El miércoles ante el Sevilla, dejar fuera a Cristiano Ronaldo sonó a temeridad en un equipo en el que ya faltaban Ramos, Pepe, Lucas o Kovacic. Prescindió también de Isco y de Benzema y el grupo, con Morata, James, Asensio y demás, respondió de maravilla: 3-0.

En este año de Zidane en el banquillo blanco todos los futbolistas del Madrid han marcado al menos un gol salvo Coentrao, y donde hoy está James mañana está Isco; donde hoy Bale, mañana Lucas. Y, de momento, todos contentos. El francés está demostrando en este sentido una buena capacidad para gestionar las sensibilidades de la plantilla y también las de la zona noble. Es un entrenador de equilibrios que, hábilmente, impone sus decisiones sin enrocarse, mirando alrededor, escuchando y tratando de empatizar con todos, pero sin perder su hoja de ruta porque la mano izquierda no significa obligatoriamente anarquía. En un lugar con tantos intereses como el banquillo del Madrid es inteligente y fundamental tener cintura. Zidane la tenía como jugador y la tiene también como entrenador.

Pero más allá del éxito humano de su gestión, sustentado en una prudencia siempre básica en las ruedas de prensa, nunca altisonantes, a Zidane se le observa una progresión en su aplicación deportiva que, a veces, tanto se le critica. Las rotaciones facilitan la frescura e intensidad del equipo y le permiten afrontar partidos de alto ritmo sin la lengua fuera. Los blancos han hecho una "minipretremporada" durante el parón con el objetivo de encarar la segunda fase de la competición sin el desgaste que descarriló al Madrid de Ancelotti en la temporada 2014-2015.

Hay igualmente un progreso en el aspecto táctico del equipo que, de alguna manera, tiene que ver también con el buen tono físico de la plantilla. Ante Sevilla y Granada el equipo adelantó la línea de presión, una de las claves de la evolución futbolística del grupo dirigido por el francés. A los equipos se les mide por lo que hacen con el balón, pero también se les escruta por lo que hacen sin él. Cuando la pierden, tienen dos opciones: ir hacia adelante o hacia atrás. El Madrid de Zinedine va hacia adelante, a robar la pelota en campo rival, donde hace daño. Y eso es novedad. Se trata de una de las claves que distinguió a grandes equipos como el exitoso Barcelona de Guardiola. El primer gol de los blancos ante el Sevilla y ante el Granada vinieron precedidos de un robo en campo rival.

El Madrid ha empezado el año de cara y su protagonista es Zidane, a quien se le volverá a escrutar cuando llegue una crisis de resultados. De momento no la hay porque van 39 partidos sin perder, un récord que puede superar el jueves para igualar al Nottingham Forest de Brian Clough, que encadenó 40 entre las temporadas 1977-1978 y 1978-1979. El siguiente peldaño es alcanzar al Milán de Fabio Capello, que estuvo 42 partidos sin perder entre las temporada 1991-1992 y la de 1992-1993. El récord lo tiene el Juventus de Antonio Conte, que tuvo una racha de 43 partidos sin conocer la derrota en la temporada 2011-2012, pero con la salvedad de que no jugó competiciones europeas.

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