La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Culé Moyáu

Invito yo

No soy antimadridista. Soy del Barça. Soy muy del Barça, y por eso quiero que el Real Madrid pierda siempre, contra cualquiera y en cualquier estadio. No quiero que el Madrid descienda Segunda División, ni que el ayuntamiento ordene derribar el Bernabéu, y ni siquiera me molesta que alguno de mis mejores amigos sean del Madrid porque eso me recuerda que nadie es perfecto. Por eso me fastidian tanto todas esas noticias que intentan apuntalar el odio mutuo entre madridistas y culés porque alguien cree que eso es bueno para el negocio. Por eso no puedo soportar el tono "Sálvame" de las tertulias futbolísticas, ni la deriva antirreflexiva de "Estudio Estadio". Por eso, entre otras muchas cosas, me gusta la Navidad. Porque hay tregua futbolística.

En l914, en la Primera Guerra Mundial, se produjo en varios lugares del frente una "tregua de Navidad" que surgió de forma espontánea. En las trincheras belgas, por ejemplo, soldados de uno y otro bando intercambiaron cigarrillos, chocolate (e incluso fútbol) en vez de intercambiar balas y bombas. José Luis Pardo apunta en su ensayo "Estudios del malestar" que, después de este intercambio, los soldados no estaban dispuestos a volver a la guerra, así que sus superiores tuvieron que trasladar a las tropas que habían participado en la "tregua", y algún soldado incluso sufrió un consejo de guerra. Además, los mandos militares de los dos bandos aprendieron la lección y, en las siguientes navidades, ordenaron bombardear mutuamente las filas enemigas unos días antes de Nochebuena, para mantener alto el nivel de odio y de miedo. Las fiestas navideñas son un buen momento para que los futboleros intercambiemos unas cañas y alguna que otra broma, y eso hace que un culé no vea a un madridista como un monstruo y que un madridista no vea a un culé como un asqueroso subhumano. Por eso los que mueven este negocio del fútbol intentan siempre que los tertulianos arrojen bombas sobre las posiciones de madridistas y culés, y así mantener alto el nivel de odio al enemigo y el miedo a que el otro gane más títulos. Pero los futboleros no tenemos nada que ver con tipos como Tomás Roncero.

Me encantaría que el Madrid no ganara ningún título esta temporada, pero estoy dispuesto a compartir con los madridistas el amor por el fútbol y encontrarme con el enemigo fuera de las trincheras artificiales. Invito yo.

Compartir el artículo

stats