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Una semana de pasada

Para llorar

El Sporting pasó en horas de las lágrimas de Abelardo al indecente finiquito de García Amado

El fin de la era Abelardo destapó lo mejor y lo peor del Sporting de los últimos tiempos: un entrenador que mira por el club antes que por él mismo y unos dirigentes que van librando a cuenta de los milagros o de la buena voluntad de sus subordinados. Firmar un contrato de cuatro temporadas a un entrenador en plena euforia queda muy bien de cara a la galería, pero es una hipoteca para una entidad que no puede permitirse la más mínima alegría. Si en vez de un sportinguista de corazón se lo llegan a poner en bandeja a un depredador del fútbol, a estas horas el Sporting volvería a tener un agujero importante en el plan de saneamiento. Pero así se ha escrito la historia en la era Fernández: sportinguistas de cuna (Ciriaco, Marcelino García, Abelardo) o de adopción (Preciado) arreglando los estropicios de la propiedad. Esta semana ha sido el perfecto resumen del "fernandecismo": Abelardo marchándose entre lágrimas y sin un euro de más el mismo día en que los accionistas confirmaban que uno de los cómplices del desastre, Alfredo García Amado, fue premiado con 600.000 euros por su despido.

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