En septiembre de 2010 Andrés Iniesta era un héroe nacional, ovacionado en todos los campos de España apenas dos meses después del gol que valió el Mundial de Sudáfrica. Hasta que llegó a San Mamés. En el minuto 34 de un Athletic-Barça de la quinta jornada de Liga, el manchego cometió el grave pecado de sufrir un atropello de Fernando Amorebieta. Mateu Lahoz, un árbitro nada sospechoso de no permitir el contacto, desenfundó la tarjeta roja mientras el defensa del Athletic se echaba las manos a la cabeza y el público, tantas veces modélico, se ensañaba con la víctima. "Cuando cuarenta mil personas silban, será por algo", sentenció Joaquín Caparrós, entonces entrenador del Athletic. Desde aquel día, San Mamés aparece como una cruel excepción al homenaje permanente del mundo del fútbol a Andrés Iniesta. Pero el pasado domingo, 29 de enero, algunos de aquellos cuarenta mil se quitaron la venda de los ojos al ver cómo Aduriz sufría el ímpetu de su antiguo ídolo. Y entonces, sólo entonces, los silbidos fueron para él. Amorebieta lleva 96 tarjetas amarillas y cinco rojas en la Liga española. Y desde que llegó al Sporting raro es el partido que acaba sin amonestación. Por algo será.
