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Fútbol Partidos con historia

El Sporting, en estado de gracia

Los rojiblancos golean en El Molinón al Torino en un sensacional encuentro que supuso su estreno en competición europea

Terraneo, portero del Torino, despeja un remate de Rezza. lne

A veces el éxito en el fútbol llega sin un gran proceso de preparación previo. Vicente Miera cogió al Sporting en Segunda, lo subió a Primera y a la temporada siguiente lo clasificó quinto, con lo que los rojiblancos obtuvieron el derecho a participar en la Copa de la UEFA. Y era prácticamente el mismo equipo que había descendido de Primera. De hecho, de los que jugaron ante el Torino, en el estreno en competición europea, sólo Rezza, Joaquín, David y Uría no estaban en la plantilla de la temporada de la pérdida de la categoría, que por increíble que parezca había bajado como último clasificado con jugadores tan excepcionales en sus filas como Quini y Ferrero, el primero incluso como máximo goleador de Primera con 21 tantos en 34 partidos, tres más que Leivinha, del Atlético de Madrid, y Aitor Aguirre, del Racing.

El Sporting incluso había mantenido opciones de luchar por el liderato hasta bien avanzada la Liga 77/78, pero un embarque arbitral espectacular -Borrás del Barrio fue el colegiado- ante el Madrid en el Santiago Bernabeu, después de ponerse 0-2 en el marcador en el primer cuarto de hora, que propició la remontada victoriosa del Madrid (3-2 al final) dejó al equipo lejos de la primera plaza aunque todavía con arrestos para ganar al Barcelona en El Molinón, un Barcelona que sólo acabó con dos puntos más que los rojiblancos (cuando las victorias sumaban dos puntos) y después de que estos perdiesen en la última jornada con el Racing en El Sardinero.

La rápida transformación del equipo tenía un nombre propio. El del entrenador. Vicente Miera cambió por completo al equipo rojiblanco, dotándole de una velocidad y una verticalidad que causaban asombro, tratándose sobre todo de un conjunto modesto. El Vicente Miera entrenador no tenía nada que ver con el Vicente Miera jugador. El cántabro, que hizo la mayor parte de su carrera en el Madrid de los años sesenta, había sido un defensa lateral de técnica muy limitada y sin embargo sus equipos se caracterizaron siempre por su buen gusto con el balón, un buen gusto que sin duda había prendido en él ayudado por la circunstancia de compartir vestuario durante varios años con algunos de los mejores jugadores de la historia del fútbol, como Di Stefano, Puskas y Gento.

Miera acabó su carrera como futbolista precisamente en el Sporting. Ya sin la pujanza de sus mejores condiciones físicas, las que le caracterizaron como futbolista, y disminuido además por las lesiones, se retiró al finalizar la temporada 1970 / 1971. El cántabro tenía claro cómo iba a seguir ligado al fútbol. De entrenador. Y para empezar, nada mejor que en su tierra, al frente de la selección juvenil, pero no tardó mucho en volver a Asturias, en donde acabaría convertido en un referente de su fútbol, primero en el Langreo y después en el Oviedo, para a continuación fichar por los rojiblancos. Con el paso del tiempo sería seleccionador olímpico, bajo cuyo mando España consiguió el mayor éxito de su trayectoria en la gran cita deportiva, al ganar el torneo disputado en Barcelona en 1992, y hasta seleccionador absoluto, en donde no consiguió dejar tanta huella positiva en uno de los períodos más negros del equipo nacional.

El Sporting llegaba a la cita con el Torino en septiembre de 1978 como una máquina bien engrasada. Y para nada asustado por el potencial de un equipo italiano cargado de internacionales, varios de los cuales habían participado en el Mundial de aquel año, celebrado en Argentina, en el que la "squadra azzurra" acabó cuarta, derrotada por Brasil en el último partido, después de haber sido apartada de la final por Holanda, a la postre vencida por la selección del país organizador.

Bien es verdad que al equipo turinés le faltaba en la cita con el Sporting a su principal futbolista, Zacarelli, el organizador, baja por lesión, pero tal y como se desarrollaron las cosas no parece que ni con Zacarelli hubiese cambiado mucho la suerte de aquel partido disputado en un Molinón que pese a la gran expectación que había levantado el partido no se llenó porque hubo cierta polémica por el precio de las entradas, consideradas demasiado caras, y es que aquel cuadro rojiblanco salió como cuchillo dispuesto a hundirse en la mantequilla.

Aquel día el Sporting fue un vendaval desde el principio al que ni la tradicional solidez defensiva que caracteriza a los equipos italianos pudo parar. Baste el detalle de que a los dos minutos Ferrero, uno de los mejores futbolistas extranjeros que ha pisado campo asturiano, buen epítome de la velocidad que era marca de la casa del Sporting entonces, inauguraba el marcador con un gol de córner directo. Para que los italianos tuviesen claro la que se les venía encima.

Después, Morán, otro extremo de época, colocó con otros dos golazos un 3-0 en el marcador que dejaba bien a las claras que cuando un equipo está en estado de gracia no hay rival por mucho nombre que tenga que le asuste. El Torino no fue sino otro gran equipo víctima de un rival inspiradísimo, que vivía los mejores momentos de su historia y que no tenía complejos ante nadie porque sabía a qué quería jugar y se preparaba a fondo para ello. Superada la eliminatoria tras una derrota por la mínima en el partido de vuelta en Turín (1-0), el Sporting no pudo en la segunda ronda con otro grande de Europa, el Estrella Roja de Belgrado, que sorprendió ganando en El Molinón (0-1) y es que venía bien avisado después de lo que había pasado con el Torino. El empate del Sporting en el segundo partido en campo serbio (1-1) no fue evidentemente suficiente para seguir adelante en la Copa de la UEFA.

Pero el Sporting no se paró ahí, pues todavía mejoró, y mucho, su clasificación en la Liga con respecto a la anterior. Los rojiblancos acabaron segundos, detrás del Madrid, con el que perdieron de nuevo otro partido decisivo, este disputado en el campo gijonés en la primavera de 1979 (0-1). El Sporting no pudo alinear a Ferrero, injustamente expulsado en el partido anterior, en El Helmántico de Salamanca.

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