Estas jornadas de Liga tensas son muy tensas. De Perogrullo, pero contundente. Así pues vamos a dejar aparcado lo de Villarreal hasta mejor momento, uno que propicie el desahogo sereno, que es con el que se pasa mejor rato una vez analizadas las reacciones de unos y otros (averigüen quiénes son unos y quiénes otros) tras lo de este fin de semana.
De momento vamos a dejarlo en que el Madrid hizo uno de esos regalos suyos en partido aplazado. Le dio por sestear unos minutos y en unos minutos le calcaron dos bolas mágicas. Con esta tontería suya de fabricar internacionales en el equipo contrario, vaya a donde vaya, consumió una bola extra que había guardado para ir y ganar el Mundialito de clubes. O, más bien, el partido aplazado se convirtió en bola extra a la vista de cómo se habían puesto las cosas. Pues nada, no se aprovechó.
Si hubiera aprovechado tal jugada aplazada, hubiera asegurado media Liga, quizá tres cuartos. Desde "Al Palo" siempre se recuerda la generosidad del club de Concha Espina, que, en esta ocasión, era muy consciente de que, de ganar un miércoles perdido entre la jornada de Liga de Campeones, le hubiera dado una estocada al negocio. Así que lo que hizo fue darle cuerda a la competición por unos días más. Y aún le queda el comodín del público ante el Celta.
Dicho lo cual es conveniente empezar a estabilizar las emociones y sentenciar las cosas cuando hay que sentenciarlas. De emociones se vive, pero de emociones también se producen enormes plagas de la llamada "diarrea del temor", que es cuando los seguidores merengues "se van" por la pierna para abajo hasta, eso sí, llegar al final de las competiciones con resultados de alivio.
Lo dicho, mejor un poquito de amarrategui y seguridad, que tantos sustos extras.
Y no se olvida el guionista número tres de "Al Palo" del "asunto Villarreal". Dice que "atentos a la pantalla". Y la pantalla en la noche de los "Oscar" le dio una estatuilla en estado terminal al Real Madrid.
