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Que alguien llame a la Policía

Tiene que doler mucho tragarse mil kilómetros de carretera para quedar a cien metros del escenario en el que iba a cambiar el rumbo de tu equipo. No hay justificación posible, sobre todo cuando esos aficionados no estaban marcados por el estigma de la violencia. Otra cosa son las responsabilidades. Al Cádiz, como organizador de aquel partido y propietario de la casa, no le hubiera costado nada pedir disculpas, aunque no se sintiese culpable de lo ocurrido a "los 155" del Carranza. Después de escuchar las razones de unos y de otros, la conclusión más fiable apunta a la Policía. Sin saber muy por qué, algún mando decidió que ese grupo de seguidores azules sobraba en las gradas. El Cádiz les había vendido las entradas, pero de puertas afuera del estadio no puede hacer nada. A partir de ahí todo depende de las ganas de calentar el ambiente de un partido por todo lo alto.

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