Después de su primer gol al Celta, Messi cambió su celebración habitual. En vez de levantar su vista al cielo para dedicárselo a su abuela Celia, se dirigió al centro del campo mirando hacia la grada y simulando una llamada telefónica. De inmediato empezaron las especulaciones, entre las que triunfó la idea de un mensaje a la directiva por la renovación. El propio Messi aclaró a sus compañeros en el vestuario que el destinatario era uno de sus sobrinos por una celebración familiar.