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La fiesta del fútbol

Nada mejor que festejar la efeméride acudiendo en masa al Tartiere

Hoy hay partido. Y también fiesta. El club cumple 91 años en perfecto estado de salud y con un ilusionante futuro por delante. Motivo de celebración, sobre todo si tenemos en cuenta de donde se viene y por todo lo que pasó el Oviedo desde 2003 hasta hoy. Así que nada mejor que festejar la efeméride acudiendo en masa al Tartiere para llevar al equipo en volandas hacia una victoria que acerque un poco más la promoción, ya que el ascenso directo parece actualmente una quimera. Y como en todo cumpleaños no debe faltar algún regalo, dando por hecho que la afición va a obsequiar al equipo con un apoyo incondicional pese al desesperante desastre vallecano, no estaría de más que los jugadores correspondiesen elevando un poco el nivel de juego, que sigue siendo bastante mejorable.

El Oviedo de esta temporada se está significando por ser un equipo que gana en casa con apuros y que luego pierde con facilidad, y hasta por goleada, cuando comparece fuera del Tartiere. Es una dinámica que está dando para permanecer en los puestos nobles de la clasificación, pero que preocupa de cara a un play-off en el que, para subir, habrá que superar enfrentamientos de ida y vuelta en los que las habituales carajas de los nuestros a domicilio serían letales. Será por torpeza o por no haber jugado al fútbol de élite, pero uno no entiende que esa doble cara del equipo pueda ser achacable a la falta de intensidad. La intensidad y la lucha constante es algo que, como el valor en la mili, se le supone a todo profesional del balompié. Y más si defiende los colores de un histórico como el Real Oviedo. El rival puede ganar porque es mejor, por suerte o porque hubo un mal día, pero no porque haya corrido más o haya puesto mayor interés. Eso no tiene justificación y no cuela en una afición azul que, pese a lo mucho que ha sufrido en los últimos años, tiene la suficiente sabiduría para detectar timos futbolísticos.

A falta de ir aumentando el nivel futbolístico y de corregir actitudes como las que el domingo sonrojaron a más de un oviedista, el equipo está ya a punto de entrar en la parte definitiva de la competición. Esa en la que todo se va a decidir. La irregularidad acrecienta las dudas, pero no es menos cierto que el equipo ha mejorado con los refuerzos de invierno, que parece llegar al final con un buen tono físico y que hay jugadores que todavía no han alcanzado su mejor nivel. Todo puede pasar.

Lo que da gusto, y ese es el mejor regalo de cumpleaños, es que la mayor parte de las discusiones y polémicas sobre el Oviedo hayan vuelto a ser exclusivamente futbolísticas. Ahora, de lo que se habla es de si se jugó mejor o peor, sobre si este futbolista es más completo que aquel o de algún individuo que nunca debió jugar aquí y que suelta bilis desde un banquillo aragonés. No hace tanto la preocupación a estas alturas se centraba en la propia supervivencia del club, en rezar para que a final de temporada hubiera dinero suficiente para evitar más denuncias de futbolistas. A disfrutar, pues, de estos 91 años, conscientes de que lo mejor aún está por llegar.

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