Al final reinó la cordura, y el fútbol se impuso a la incursión de la política en el terreno de juego. Los 20.321 espectadores que se dieron cita en El Molinón disfrutaron de lo lindo con la Roja y respetaron al rival. Como a la llegada a Asturias, Sergio Ramos fue uno de los futbolistas más aclamados, pero otros como Andrés Iniesta recibieron un caluroso recibimiento, porque todos los aficionados de España al fútbol mantienen en el recuerdo el gol que en 2010 en Sudáfrica sirvió para conquistar un Mundial. Fuera del campo, en las calles hubo manifestación, pero en los aledaños del estadio gijonés durante el partido nadie se acordó del conflicto entre Israel y Palestina. En la grada, los aficionados dieron toda una lección y la deportividad le marcó un gol por la escuadra a la injerencia política.

Nunca antes había España perdido en sus visitas a El Molinón. Y con la victoria de ayer el combinado nacional mantiene su condición de invicto en sus diez presencias en Gijón. Un campo que le sienta bien, y en el que el público le apoya. Al igual que sucedió ayer, en un partido en el que pudo quitarse la espina de la última visita, hace justo cuatro años, cuando empataron con Finlandia en el tramo final de un partido clasificatorio para el Mundial de Brasil 2014.

El ambiente fue algo más frío de lo esperado. Se superó por poco los 20.000 espectadores, lejos del lleno. Las zonas más vacías fueron la tribuna este y parte de la tribuna oeste. Pero el público animó, hizo la ola en ocasiones, y celebró con enorme entusiasmo los cuatro goles.

Lo primordial fue que reinó el ambiente futbolístico. Y solo se habló de fútbol. "El deporte es deporte y la política es política", indicó el aficionado Elías Miguel, un habitual de El Molinón con el Sporting, que ayer tampoco faltó a la cita para disfrutar con los mejores futbolistas del país y dejar claro que sólo le interesa lo que pase en el césped. "Estoy seguro que daremos buena imagen de Gijón y Asturias y la selección volverá", subrayó. A su lado, ajeno a polémicas, y solo con ganas de disfrutar del ambiente, el joven Aitor Pandiello, socio del Sporting y que acudió al campo con un bandera de España con el escudo rojiblanco, ardía en deseos de disfrutar de sus ídolos: "Soy muy de Iniesta, Silva, Piqué y De Gea. Hoy creo que vamos a ganar 5-0". Le faltó poco para acertar.

El deporte se impuso al intento de politización del partido. Hubo armonía, cordialidad con los aficionados de Israel que ocuparon la esquina entre el fondo norte y la grada este, y que incluso portaron una bandera de su país que incluía en su parte superior la de Asturias, y también hicieron la ola junto a los aficionados españoles. Hubo respeto en los himnos, se aplaudió al jugador israelí que se tuvo que retirar esionado al inicio del choque, y se disfrutó de lo que realmente importaba: el fútbol.

Carlos Mesa acudió al partido junto a los pequeños Daniel Mesa y Óscar López con la única intención de disfrutar. "Prescindimos de todo lo que no sea deporte. Solo venimos a animar para ayudar a clasificarnos para el Mundial", señaló. Una máxima que apoyó también Iván García: "El deporte tiene que unir y no desunir. Esperemos que la selección vuelva más veces a Gijón".

En el partido estuvieron los exrojiblancos Churruca o Uría, o Abelardo, que lo siguió con su hijo Diego y Eloy Olaya. También se vio en la grada al entrenador del Langreo, Hernán, o los exfutbolistas del Oviedo Geni o Boris.

A modo de anécdota, Lopetegui se sentó en el banquillo de Abelardo y no en el de Rubi, es decir, en el más cercano al fondo norte. España siguió también el ritual del Sporting, y atacó en dirección al Piles en la segunda mitad. Hubo también cánticos de "Sporting, Sporting". En definitiva, España sigue invicta en Gijón y da un paso más hacia el Mundial. Y teniendo la fiesta en paz.