"Somos humanos, no siempre se puede hacer perfecto. Cuando salí a la pista estaba supernervioso, no podía ni sostenerme". Las palabras de Javier Fernández, poco después de perder sorprendentemente un título mundial de patinaje artístico que parecía tener en el bolsillo con su gran actuación del viernes, demuestra la categoría de deportistas como él. Ni siquiera la decepción que sentía en ese momento le llevó a buscar excusas, tan habituales en otros deportes mucho más mediáticos. A sus 25 años, con varios campeonatos del mundo y de Europa en su palmarés, el madrileño dio la cara y no quitó ni un ápice de mérito a los rivales que le bajaron del podio: "En vez de salir a comerme el mundo salí a ver qué podemos hacer. No patinar bien es mi culpa". Así que, ahora que se vuelve con las manos vacías de Finlandia, el reconocimiento más grande para Javier Fernández, un campeón en la pista de hielo y un fuera de serie en todos los sentidos.
