El Barcelona hizo ayer todo lo posible para perder en La Rosaleda y alejarse un poco más del título de Liga. En un día clave, después del inesperado regalo del gol de Griezmann, el Barça fue un cúmulo de despropósitos. Empezó Luis Enrique con la alineación de unos jugadores que, después de ocho meses de temporada, no merecen ningún crédito. Además, el entrenador prescindió del dibujo que había marcado la reacción del equipo. Y, para rematar la faena, la MSN tuvo una noche tonta. Messi amagó sin dar, Luis Suárez falló lo que nunca falla y a Neymar se le cruzaron los cables. Con 1-0, cuando más lo necesitaba el equipo, se autoexpulsó. Fue uno de los pocos aciertos de Gil Manzano, al que le hubiese venido bien el VAR y un poco de sentido común. Porque al margen de un montón de fallos inexplicables anuló un gol legal a Peñaranda y convirtió un penalti a Sergi Roberto en una falta fuera del área. Sólo el Málaga hizo lo que debía en La Rosaleda.

La sentencia llegó al final, cuando Jony aprovechó el desbarajuste azulgrana para marcar uno de los goles más fáciles de su carrera, pero el Barça se había condenado mucho antes. Quizá desde que Luis Enrique recitó una alineación, en la que además de los sancionados Piqué y Rakitic faltaban, por decisión propia, Sergi Roberto e Iniesta. Chirriaba, sobre todo, la insistencia de "Lucho" con André Gomes, un buen futbolista superado por los acontecimientos. El técnico gijonés sorprendió también al mandar a Mascherano en la banda derecha cuando la vida le sonreía con la fórmula de los tres centrales. Aún así, durante media hora el Barça tuvo controlado a un Málaga muy tímido.

Kameni, que había desesperado al Barça en el Camp Nou, puso los cimientos de la sorpresa con un paradón a Luis Suárez, que ganó la espalda a la defensa en un balón largo de Jordi Alba. La otra opción azulgrana, en una genialidad de Messi, se fue al limbo por la pasividad de André Gomes, que ni siquiera llegó a rematar solo ante el portero. Dos minutos después, el primer desajuste de la defensa azulgrana permitió a un viejo conocido, Sandro, arrancar desde el centro del campo en solitario para presentarse ante Ter Stegen y marcar.

Luis Enrique tomó medidas en el descanso, pero no del todo. La entrada de Iniesta y Sergi Roberto estaban cantadas, pero André Gomes siguió en el campo. Le dio un cuarto de hora antes de apostar por Alcácer en la banda derecha, como en Los Cármenes. Pero el Málaga no es el Granada y la resistencia acabaría sacando de quicio a algunos barcelonistas. Sobre a todo a Neymar, que dos minutos después de cabecear alto con Kameni fuera de la portería se ganó la expulsión con una entrada a Llorente que no venía a cuento.

El Málaga, que ya había podido sentenciar contra once, se sintió en la gloria en superioridad. Los contragolpes fueron cada vez más claros y en uno de ellos marcó Peñaranda, pero el juez de línea se inventó un fuera de juego. Como si se sintiera en la necesidad de compensar, su compañero de la otra banda vio fuera del área un derribo a Sergi Roberto que era penalti. Sergi Roberto, el mejor del Barça por coraje y fútbol, tuvo la última a falta de dos minutos, pero otra vez ganó Kameni. Poco después, una contra de cuatro para dos sacó del anonimato a Jony y devolvió la Liga al punto de partida del sábado.