Tuvieron que jugar al fútbol apenas 24 horas después de que una explosión les metiera el miedo en el cuerpo. Los jugadores del Borussia Dortmund no estaban mentalmente en condiciones de afrontar un partido, y menos de la exigencia de unos cuartos de final de la Liga de Campeones. Además no estaban todos, ya que su compañero Marc Bartra se recuperaba de las heridas que sufrió en el brazo en el atentado. La UEFA aplicó el conocido lema de que el espectáculo debe continuar, pero en algún momento habrá que decir basta. Desde lo ocurrido en Heysel, cuando se disputó una final con 39 cadáveres en una esquina del estadio, pocas veces como ésta se había atacado de tal forma a la razón. Ya sabemos que hay muchos intereses y mucho dinero en juego, pero todo tiene un límite. Afortunadamente, de episodios tan negativos siempre surge algo que engrandece la condición humana. Como esa reacción de los hinchas del Dortmund, que se ofrecieron a acoger en sus casas a los aficionados del Mónaco que no tenían donde pasar la noche en Alemania.
