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Kipchoge merece uno de verdad

Correr una maratón (42 kilómetros y 195 metros) en menos de tres horas no está al alcance de cualquiera, pero con una buena base física y entrenamiento se puede conseguir. Para rondar las dos horas hay que ser un superhombre. Hasta el sábado nadie había conseguido bajar de las dos horas, dos minutos y 57 segundos. Lo consiguió el keniata Eliud Kipchoge, que se quedó a 26 segundos de la mítica frontera en una carrera montada expresamente en el circuito de Monza. La marca (2h. 0m. 57s.) no será homologada como récord mundial porque Kipchoge gozó de unas condiciones en Monza imposibles en una maratón normal: hasta treinta atletas le hicieron de liebre, detrás de un vehículo que, además de informar del crono, servía para frenar el viento. El intento empezó a las 5.45 de la mañana, cuando los especialistas consideraron que se daban las condiciones ideales: 10 grados, viento nulo, cielo cubierto. Además, desde el coche eléctrico la luz de un láser marcaba el ritmo de paso. En fin, un montaje a mayor gloria de Nike, que fabricó unas zapatillas especiales para Kipchoge y puso las condiciones, lo que no quita para reconocer al keniata como un extraterrestre. Merece la oportunidad de demostrarlo sin aditivos.

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