Más que igualar la eliminatoria del play-off de ascenso a la ACB, lo que hizo ayer el Unión Financiera fue quitarse una pesada mochila de encima y dar un golpe encima de la mesa. Imponerse al Ourense como lo hicieron después del varapalo del viernes, cuando cayeron 85-92 tras haber sido barridos del campo en el primer partido, tiene un enorme mérito y habla de un equipo con orgullo, con ambición y con ganas de llegar lejos en esta lucha por subir a la máxima categoría. También saben los de Carles Marco que ayer se impusieron en el segundo partido de un duelo al mejor de cinco en el que aún hay mucho trabajo por hacer.

La clave del partido estuvo en la defensa. A partir de secar la anotación del equipo de Gonzalo García de Vitoria edificaron los ovetenses una victoria que empezó a fraguarse en el segundo cuarto. En el primero las cosas no les fueron bien a los locales. El partido era diferente, pero de nuevo el Ourense saltó al campo con un acierto espectacular. La fortuna le era, además, esquiva al Oviedo Baloncesto en cada rechace, en cada balón que tocaba en el aro y se iba para fuera. Las alarmas se encendieron cuando el conjunto gallego llegó a ponerse once arriba (10-21) a 2.49 del final del primer parcial. Pero la reacción esta vez sí llegó a tiempo.

Y si en el primer partido muchos señalaron a Carles Marco como uno de los culpables, si Gonzalo García de Vitoria salió vencedor del duelo de banquillos, es justo decir ahora que el técnico catalán supo darle la vuelta a la situación, buscar soluciones a los problemas que tuvo su equipo y cambiar la dinámica de una eliminatoria que se le había puesto cuesta arriba. No sólo por lo que hicieron los jugadores si no por cómo lo hicieron. La salida al parqué que protagonizó el conjunto ovetense en el segundo cuarto es digna de ser grabada y enseñada en cualquier cursillo que trate el tema de la defensa. Christian Díaz no pudo subir con comodidad el balón, las ayudas para frenar a Fran Guerra bajo los aros surtieron efecto, la intensidad con la que salió el equipo fue espectacular y el desgaste que produjo a un Ourense más corto de banquillo resultó definitiva.

Los números cantan y estos hablan de un Oviedo Baloncesto que dejó al Ourense en cinco puntos en el segundo cuarto y en once en el tercero. Es difícil pensar en una respuesta más adecuada a la situación de emergencia que se vivió en el primero.

Para que eso suceda es necesario también contar con jugadores valientes, a los que les gusta estar en la pista en los momentos calientes. Miquel Salvó fue el más valorado del partido, pero eso es lo de menos. Lo importante fue cuando apareció, en los momentos en que parecía que el Ourense se podía acercar llegaba el catalán para anotar un triple o para jugarse el físico recuperando un balón. Hasta nueve balones robó este joven de 21 años que tiene el temple de un veterano y la raza de un legionario. Ya fue protagonista en la final de la Copa Princesa que ganaron los de Oviedo al Burgos y ayer, en otro partido que se jugaba a todo o nada, volvió a aparecer.

Dani Pérez manejó de forma inteligente a su equipo y si sus datos ofensivos no fueron tan brillantes como otros días es en gran parte por el desgaste que hizo en el otro lado de la cancha. Löfberg también supo desatascar el ataque de su equipo cuando no encontraba el camino al aro. Otro protagonista fue Barro. El senegalés se está convirtiendo en un jugador básico en este Unión Financiera. Sus rebotes son un tesoro para el equipo y ayer lo fueron todavía ante un Ourense que le estaba haciendo mucho daño en ese apartado.

El sexto hombre también cumplió con nota su papel. El polideportivo de Pumarín, prácticamente lleno, empujó con fuerza a su equipo y transmitió la energía que necesitaba el equipo para recuperarse del varapalo del viernes. También se quejó con razón de unos colegiados a los que parece que les cuesta poco hacer sonar el silbato ante los más jóvenes, como Salvó y Felipe dos Anjos.

El Unión Financiera sale muy reforzado de este encuentro. Ahora le toca viajar a Ourense. Debe hacerlo, como dijo Marco tras el partido, pensando sólo en el tercer partido. Cada batalla cuenta para ganar una guerra que va a ser muy larga.