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Hazaña del Ajax

Con su triunfo ante el Benfica, el holandés es el único equipo que superó una eliminatoria de la Copa de Europa tras caer en casa por 1-3

Johan Cruyff se escapa de los jugadores del Benfica Humberto y José Augusto Torres, con su compañero Piet Keizer al fondo, durante el partido del estadio de La Luz.

El Ajax jugó por primera vez una final de la Copa de Europa en 1969. Para ello tuvo que superar entre otros equipos al Benfica, en una eliminatoria cuyo desenlace la hace única en la Copa de Europa, puesto que siempre que un equipo perdió por 1-3 en el partido de ida en casa fue incapaz de remontar en el segundo encuentro tamaño resultado adverso y por tanto se quedó en la cuneta. Hasta que llegaron Cruyff y sus muchachos y tuvieron el descaro de protagonizar una hazaña que hasta ahora nadie ha sido capaz de repetir.

El triunfo del Ajax ante un histórico de la competición como el Benfica (dos veces campeón de Europa, derrotando nada menos que al Barcelona y al Madrid, respectivamente, en finales de principios de los sesenta) habla bien a las claras de la progresión del equipo holandés, que culminaría en el comienzo de la nueva década con tres títulos seguidos de Copa de Europa, una continuidad en el éxito que hasta entonces sólo había logrado el Madrid, si bien los blancos prolongaron la marca hasta cinco, al hacer pleno en las cinco primeras ediciones de la competición.

El punto de inflexión en la historia del Ajax es muy fácil de determinar. 15 de noviembre de 1964. Debuta en sus filas Johan Cruyff, el hombre que representa como nadie el cambio para siempre de este equipo de la capital holandesa, Amsterdam, y por extensión en cierta forma del fútbol mundial, pues ningún otro ha sido tan relevante en el balompié en la doble faceta de jugador y entrenador como el fino futbolista holandés, fallecido hace poco más de un año, y en definitiva protagonista de una huella indeleble en este deporte.

Pero bien es verdad que a pesar de la importancia de Cruyff para el devenir del que indudablemente ha sido el equipo más querido de su vida, aunque la prolongada relación ofreciese varios desencuentros, y graves, no se puede obviar la muy especial relevancia que tendría para el club holandés otro hecho casi coincidente en el tiempo. La llegada de Rinus Michels en enero de 1965 como su nuevo entrenador.

Cruyff era el cerebro en el campo y Michels, en el banquillo. Michels dotó al Ajax de una táctica nunca vista hasta entonces, y además, y por si fuese poco lo anterior, de una extraordinaria condición física, sin ninguna de las cuales desarrolladas al más alto nivel ni Cruyff hubiese bastado para hacer de este equipo una referencia mundial futbolística para siempre, por ser una de las más perfectas máquinas que jamás ha existido cuando de jugar al fútbol se ha tratado, del mismo modo que la visión estratégica de Michels no hubiese alcanzado tal grado de perfección sin el concurso de un futbolista tan genial como Cruyff. La técnica y la velocidad eran evidentemente otros conceptos claves de esta pareja que se complementó tan bien y que dio con la fórmula mágica para hacer saltar los cerrojos defensivos que tan en boga estaban en los campos de fútbol en la segunda mitad de los años sesenta después de que el Inter de Helenio Herrera se hubiese proclamado dos veces campeón de Europa con una táctica ultradefensiva.

Pero, pese a todo el progreso exhibido por los holandeses, en aquella eliminatoria aún era visto como favorito el gran Benfica, siempre ansioso de reverdecer los laureles de los que había disfrutado hacía unos años. Los portugueses tenían buenos jugadores, entre los cuales destacaba sobre todo Eusebio, que aunaba calidad y capacidad goleadora, y veteranía, en una combinación que parecía suficiente para eliminar al joven rival que le había caído en suerte de cuartos de final. El resultado del primer partido (1-3) no hacía más que abonar el pronóstico, avalado además porque había sido conseguido en un campo nevado, en el que supuestamente los holandeses se desenvolvían mejor.

El partido de vuelta se consideraba un trámite por tanto. Pero la valentía y el atrevimiento que caracterizaban al Ajax le dieron resultado esta vez y hasta pudo haber sido mucho peor para el Benfica, puesto que llegaron a tener un 0-3 en contra, que los hubiese dejado eliminados, encajados en 22 minutos, en los que sólo hubo un equipo en el campo, el holandés, que jugaba con mucho más que una marcha más que el rival, que acusó por otro lado el exceso de confianza con el que se tomó en principio el partido. Los jugadores del Benfica no se creían lo que estaba pasando, que unos "don nadie" se les subiesen a las barbas de tal manera, y eso que al final, tirando de orgullo y por supuesto de la calidad que tenían, consiguieron reducir daños logrando un tanto que de acuerdo con la reglamentación de la época daba paso a un tercer partido.

Aquel encuentro de desempate se celebró un par de semanas más tarde, en París, y de forma excepcional fue transmitido en directo por Televisión Española. El incesante ataque del Ajax no tuvo premio hasta la prórroga, después de que los primeros noventa minutos acabasen con empate a cero, pero en el tiempo extra acabó casi echando abajo la portería del Benfica y metiendo tres goles que anunciaban nuevos tiempos futbolísticos. Aquel Ajax tenía toda la pinta de que acabaría haciendo algo grande. No lo conseguiría ese año, derrotado en la final por el Milán, que supo sacar partido de la bisoñez de los holandeses, con un Prati inspiradísimo, autor de tres de los cuatro goles del equipo italiano, mientras los de Cruyff sólo anotaron uno, de penalti, pero no tardaría en dejar su sello en las ediciones de 1971, 1972 y 1973, cuando se proclamó campeón. El traspaso de Cruyff en el verano de este último año al Barcelona, en donde ya estaba Michels desde 1971, acabó con la racha. También con la de Cruyff, que nunca volvería a ganar la Copa de Europa como futbolista. Lo más cercano que estuvo fue en 1975, en el Barcelona, con Michels como entrenador, cuando los azulgranas fueron apeados en semifinales por el Leeds, a la postre derrotado por el Bayern Munich.

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