Covadonga Taranilla sacrificó sus clases de pintura para poder dedicar más tiempo a la gimnasia rítmica. Fue una de las renuncias que decidió a solas esta niña de 10 años de Oviedo con el fin de ser cada día mejor gimnasta. Ayer, quizás por esta renuncia, pero sobre todo por su esfuerzo, tuvo recompensa. Su equipo se convirtió en uno de los ganadores de la final de los Juegos Deportivos de gimnasia rítmica del Principado, celebrados en Luarca.

Dice su madre, Bea Fernández, que ver a su hija tan motivada da mucha alegría. "Lo mejor es la emoción, la ilusión con la que lo hacen. El deporte es importante para que salgan de casa y también para que estén motivados", señaló la ovetense, que ayer viajó hasta Luarca como muchos padres de toda Asturias para ver la actuación de sus hijas.

En los juegos participaron unas doscientas deportistas. La capital valdesana fue el escenario elegido para la final, en parte por la trayectoria del Club Recta Final. Dice su entrenadora, Manoli Díaz, que la gimnasia rítmica de este nivel no sería posible sin las familias. "Son el pilar", explica. Hacen posibles los viajes y también que las chicas luzcan en cada competición con las mejores galas. Las entrenadoras tienen también una función especial. Ellas -en la mayoría de los casos son mujeres, como las alumnas- se encargan de mejorar la capacidad física de las chicas, pero también de los uniformes de las competiciones. Raquel Fernández es una joven entrenadora de Luarca y asegura que detrás de las actuaciones "hay mucho trabajo". Las gimnastas estudian su pieza, entrenan una media de seis horas por semana y también se pintan y peinan de una exigente y determinada manera para actuar.

En la cita de ayer no faltaron las promesas de Asturias. La niña Kristina Lagutik, con origen ruso, es una de ellas. Obtuvo una puntuación de 9,4, la más alta de su categoría. La gimnasta forma parte del Club Omega de Oviedo y entrena desde hace 3 años. "No se me daba muy bien la danza moderna y mi madre me sugirió que empezara con gimnasia rítmica", cuenta. Olesya Shlegel es su madre. Ayer, con la cámara en la mano, retrató los movimientos de su hija sobre el tapete y también la emotiva recogida del premio. "Siempre dice que quiere ser como sus entrenadoras", comentó la mujer rusa, afincada en Oviedo desde hace seis años.

Lo habitual es que las entrenadoras hayan practicado gimnasia rítmica. Ariadna Riera, de 19 años, entrena a cinco niñas en Grado y a treinta en Navia. Ella practicó desde los 5 años. El curso pasado se retiró. Lo hizo para dedicar más tiempo a sus estudios. Riera defiende este deporte por enseñar "constancia, trabajo en equipo y disciplina".

Un deporte que exige mucho, algo que no ha evitado que en Asturias, tras la medalla de plata que logró el conjunto español en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, haya repuntado el número de matrículas.