Francesco Totti acumula casi tantos apelativos como años lleva jugando en la Roma: "Il Re di Roma", "Il capitano", "gladiadore"... Todos estos y muchos más pudieron leerse en las pancartas, camisetas, cartulinas... que los aficionados de "La Loba" portaron durante el partido de ayer en el Olímpico para despedir al que ha sido el referente del club romano durante el último cuarto de siglo. Daba igual que la Roma necesitara ganar al Génova para asegurarse la segunda plaza y así obtener el billete directo a la Liga de Campeones. Lo importante ayer en la capital italiana era decir adiós a "Er pupone" (puede traducirse por el niño grande, el guajón), como también le llaman en la ciudad de las siete colinas por su costumbre de chuparse el dedo gordo cada vez que marcaba un gol.

Una afición agradecida al guerrero romano al que su madre no dejó fichar por el Milán cuando aún era un niño. "Aquel día me enseñó una lección: tu casa es lo más importante en la vida", rememoraba Totti, romano de pura cepa, esta semana en una carta abierta a la hinchada. Así que no le quedó otra que hacer caso a la jefa. "Cuando eres un niño en Roma hay sólo dos opciones: o eres rojo o azul. Roma o Lazio", prosigue. El guajón optó por la Roma, donde debutó con el primer equipo en 1993. Su imagen crecería tanto como sus números (843 partidos oficiales, 316 goles). Un ejemplo: su boda fue emitida en directo y seguida por un millón de personas. Incluso, hace doce años, el Madrid llamó a su puerta. Lo habló con su familia y recordó "de qué se trata la vida. El hogar lo es todo". Así que se quedó y desde ayer Totti es eterno.