Impresionante. Se empiezan a acabar los adjetivos para calificar el progreso del tenista gijonés Pablo Carreño. No contento con clasificarse por primera vez en París para los octavos de un Grand Slam, ha protagonizado hoy, en un partido maratoniano y épico, otra victoria con la que jalonar su carrera. Esta vez, ante el cañonero de la ATP, Milos Raonic, su víctima (6-4, 6-7, 7-6, 4-6 y 6-8) para pasar a los cuartos de final y seguir haciendo historia para el tenis asturiano.

Carreño, número 21 del mundo, puede tener peores cualidades que Raonic en varios aspectos tenísticos -sobre todo el servicio-, pero en tenacidad pocos le pueden igualar. Aprovechó las escasas ventanas abiertas que deja el potentísimo saque del canadiense, se hizo fuerte restando segundos servicios y consiguió alargar el partido, que superó ampliamente las cuatro horas. Pudo terminarlo con un 5-7 en el último set, pero dejó escapar tres bolas de partido y el canadiense se repuso.

En el pulso psicológico se hizo fuerte el gijonés. No se hundió tras perder esa oportunidad e, inmediatamente después, rompió el servicio (y en blanco) a Raonic. Volvió así a servir para ganar la eliminatoria.

En este último juego, ambos dejaron intercambios para guardar en la retina, de alta calidad. Carreño sacó lo mejor de Raonic, y Raonic hizo al asturiano volver a superarse una vez más. Salvó tres bolas más de partido el canadiense, le costaba al asturiano cerrar el partido. Y lo hizo a la siguiente, en la red, como los grandes y ante un gigante como Raonic. ¿Cuál será el techo del gijonés? Por ahora, ya está entre los ocho mejores de Roland Garros, y tras protagonizar el mejor partido de lo que va de torneo. Pura historia para el tenis asturiano.

Ahora le espera en cuartos todo un reto, el más difícil que te puede tocar en Roland Garros, casi un imposible: Rafael Nadal.