David Villa siempre estuvo ahí, tan competitivo y goleador como siempre. Lo que ha cambiado es el encargado de reconocerle los méritos. Julen Lopetegui dijo desde el primer momento que estaba pendiente del Guaje y ha cumplido. De esta forma compensa, con tres años de retraso, el desliz de su antecesor, Vicente del Bosque. Fue extraño aquel final de la etapa del antiguo seleccionador. Siempre tan ecuánime y pendiente de los detalles, Del Bosque se olvidó en el último momento de lo que significa Villa para el fútbol español. "No, hombre, no", musitó el asturiano para sí mientras caminaba apesadumbrado hacia la banda del estadio de Curitiba, donde le esperaba Juan Mata. Parecía el final, claramente inapropiado para el máximo goleador de la historia de la selección. En otros paises, sobre todo Inglaterra, una escena así sería inconcebible. Villa corría peligro de ser recordado por ese último paseíllo, como un jugador del montón y no como la leyenda que ya es. Afortunadamente, Lopetegui lo ha evitado. Y no como un homenaje a una vieja gloria, sino como un reconocimiento a los méritos del asturiano. Y es que, al menos en el banquillo, Julen también se apunta algún gol.