Philipe Coutinho es un buen futbolista, con una edad ideal (25 años) para rendir al máximo nivel durante la próxima y unas condiciones que se adaptan como un guante a las características de un equipo como el Barcelona. Y, sin embargo, da la sensación de que al Barça le ha tocado la lotería con la negativa del Liverpool a soltar al brasileño. Obligado por las circunstancias, el club azulgrana ya cometió un exceso soltando 105 millones por una promesa como Dembélé. Así que, sea cierto o no que el Liverpool pidió 200 por Coutinho, mejor que las cosas se queden como están. En primer lugar porque ese precio no responde a su cotización, sino a la inflación provocada por la marcha de su amigo Neymar al PSG. También porque el puesto en el que mejor se desenvuelve Coutinho lo ocupa, hoy por hoy, un tal Andrés Iniesta. Y finalmente porque, como ocurrió en su momento con Thiago Alcántara, el aterrizaje del brasileño podría animar a canteranos como Sergi Roberto o Rafinha a coger la puerta de salida ante la falta de oportunidades. Así que, sin querer, el Barça ha acertado, lo que no debería impedir que sus dirigentes le pegaran un meneo a su estructura deportiva.