El músico sierense Rafael Moro Collar, "Falo Moro", fallecido en 1996, constituye un fuerte nexo de unión entre el Sporting y el Oviedo. Él compuso en los años sesenta del siglo pasado los himnos que hoy suenan en la megafonía tanto del Carlos Tartiere como del Molinón.

Era Falo Moro hombre más propenso a la lírica que a la épica, más dado a la poesía y a la bohemia que a los fastos (se confesó sin rubor "un viva la Virgen"), y a pesar de ello, por su versatilidad y su disposición a sacar adelante los encargos, escribió la música y la letra de numerosos himnos.

No era muy futbolero, aunque siempre confesó que, en un derbi como el de hoy, el prefería al Sporting. En cualquier caso, no lo pillaría en el campo. En el Tartiere, temía que si perdía el Oviedo le echaran la culpa a él, y en El Molinón, se ponía demasiado nervioso y no disfrutaba del partido.

Pero lo suyo era la música. Le gustaba mucho lo que hacía. Lo dejó bien claro el día que presentaron la grabación del himno del Real Oviedo en el despacho del entonces presidente del club, Enrique Rubio Sañudo. Lo escucharon en una cinta magnetofónica el presidente, varios miembros de la directiva y el propio Falo Moro, que una vez que acabó la canción pidió con entusiasmo que la pusieran otra vez.

Ya cuando le encargaron el himno del Oviedo se había confesado sportinguista, algo que en aquel tiempo no fue obstáculo para que el encargo siguiera adelante. Llegó a confesar, incluso, que no sabía ni dónde quedaba el Carlos Tartiere, y también llegó a decir -una de cal y otra de arena- que aunque el Sporting le tiraba más, el Oviedo pagaba mejor. De sus dos trabajos, creía que el del Oviedo era más himno, más solemne, mientras que el del Sporting le parecía más popular.

¿Cómo viviría el derbi de hoy el autor de los himnos? Cabe pensar que pondría la televisión y estaría bien atento hasta que acabase de sonar el himno del Real Sporting. Y después, para evitar sobresaltos, apagaría el televisor y seguiría a lo suyo, lejos del ruido del fútbol, arrullado por la música de alguna de esas cerca de 800 canciones suyas que tanto le gustaba escuchar.

Entre ellas, quizá, el himno del Club Siero, cuya última estrofa querrían para sí seguramente tanto el Oviedo como el Sporting: "Jugando así con gran tesón/ ascenderás de división/ Club Siero, Club Siero/ ánimo pues, ánimo pues/ tú serás campeón".