Al margen de la propaganda oficial que la eleva al rimbombante título de mejor liga de fútbol del mundo, este comienzo de temporada en la Primera División española está dejando detalles que sacian el apetito del aficionado más exigente. No se trata sólo de los chispazos aislados de los galácticos, los que se repiten una y otra vez en los programas de televisión. También hay, al menos, un par de equipos que merecen la pena, más allá de los resultados. El Valencia de Marcelino García y el Betis de Quique Setién suelen pagar el precio de la entrada, con un juego colectivo y alegre, por encima de lo que se podría esperar de sus respectivas plantillas. Aunque la Premier League, y últimamente la Liga francesa, están acaparando los mayores talentos sobre el césped, los banquillos de la liga española son un lujo a nuestro alcance. Marcelino y Setién ya tienen una trayectoria que les respalda. También, por supuesto, Zinedine Zidane, Diego Simeone y Ernesto Valverde, pero ellos cuentan con unos mimbres sólo a disposición de los más grandes. Por eso aquí toca destacar otros nombres, que hacen milagros con las plantillas más modestas. Es el caso de Asier Garitano (Leganés), Juan Ramón López Muñiz (Levante) o Pablo Machín (Girona). Incluso en Segunda División se ven equipos de autor, forjados por entrenadores que pueden tomar el relevo en cualquier momento.