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Culé Moyáu

Hay que ganar en Liubliana

Movimiento en las gradas del Camp Nou y calma chicha en el terreno de juego. Gritos, banderas, desorden, pancartas, coros y danzas en el cemento; paz, sosiego, orden, tranquilidad, tres puntos más y a pensar en el siguiente partido en el pasto. El espectáculo no estaba a cargo de los futbolistas del Barça y del Málaga, sino de los aficionados culés que sabían que las miradas del mundo estaban puestas en la cantidad y calidad de los cánticos independentistas. Jugar al fútbol en tiempos revueltos. Con el aburrimiento futbolístico en los talones. Toma los tres puntos y corre a la siguiente manifestación. ¿Qué hace la sombra del artículo 155 de la Constitución española en un partido como este?

¿No decían que el fútbol era el opio del pueblo? Pues toma. Mientras el Barça aburría y el Málaga no podía, la grada se manifestaba, la política se hacía carne y todos estaban más pendientes de la llegada de minutos simbólicos que del despertar de la fuerza de Messi. Parecía que sólo a Luis Suárez le importaba la pelea de Luis Suárez con el gol. Sólo Mascherano prestaba a atención al implacable partido que estaba jugando Mascherano. Sólo Deulofeu se planteaba cómo ser Deulofeu. En cuanto a los aficionados que nos gusta ver los partidos en los bares, hace tiempo que los culés tenemos que responder a más preguntas relacionadas con la independencia de Cataluña que con las tácticas de Valverde. El pasado sábado, nadie se acercó a mi zona de confort en la barra para echarme en cara (con razón) el primer gol del Barça, sino para proponer que el Barça juegue en la Liga de Eslovenia o para demostrar (sin razón) que no se puede ser del Barça sin ser independentista catalán. ¿Hablar de fútbol en un partido del Barça? Imposible. No te dejan. Hay que hablar de política, de democracia, de libertad, de construir un muro o un foso alrededor de Cataluña, de hacer un boicot al cava catalán estas navidades, del peinado de Puigdemont y de lo mucho que se parece Junqueras a un personaje de "Juego de tronos". El partido Barça-Málaga fue aburrido, pero es todavía más aburrido tener que soportar a los moscones que confunden el tocino del fútbol con la velocidad de estos tiempos extraños. Dejadme en paz. Soy del Barça, pero no sé dónde jugaría el Barça en una Cataluña independiente, ni si el Barça podría seguir teniendo un presupuesto tan elevado, ni qué pasaría con Messi. Sólo sé que si el Barça tiene que jugar en la Liga eslovena, nos espera un partido caliente en Liubliana con el Olimpija.

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