Pena, impotencia y mucha tristeza. Así ven los extécnicos y excapitanes de los últimos años la situación del Avilés, el decano del fútbol asturiano, que toca fondo en lo deportivo con el equipo situado a dos puntos del descenso a Preferente después de catorce jornadas disputadas; y en lo social, con una pérdida continua de masa social en los seis últimos años hasta llegar a los 70 abonados actuales.

"Es un club al que tengo un cariño especial y cuesta mucho verlo en esta situación porque es muy triste, difícil y duro para toda la gente de Avilés ver al equipo en la cola de Tercera y cerca del descenso", señala Josu Uribe, el técnico que llevó al equipo blanquiazul a disputar la fase de ascenso a Segunda en la temporada 2013-2014. "No sé ni quiero saber quién tiene razón, pero los que queremos al club ansiamos verlo donde se merece, que es en Segunda B", añade.

Uribe no se atreve con una solución porque "no sé lo que hay dentro", pero señala que se está a tiempo para tomar decisiones de futuro. "Hay que salvar la categoría y empezar a preparar un proyecto interesante y ambicioso, pero si lo vamos dejando caer todo luego va a costar muchísimo salir adelante y si el equipo cae a Preferente va a ser un varapalo tremendo para todos", comentó.

El cordobés Paco Parreño, el técnico que acabó la pasada temporada tras sustituir a Pablo Lago a falta de tres jornadas de Liga, pone un símil esclarecedor de la situación del club. "Lo veo como un hijo que se está muriendo y no hay remedio para salvarle la vida". Y añade: "Siento mucho dolor y una enorme impotencia porque no hay medicina para solucionar la hemorragia de un club que, como dije en la despedida, es el que más quiero y más querré de todos en los que estuve".

Puestos a ser optimistas, Parreño, dice que mientras compita en Tercera habrá solución "porque está vivo", pero el problema, aclara, "es que si a las primeras de cambio no hay dinero para pagar a la plantilla ni al árbitro, no se puede sentar el técnico en el banquillo porque no tiene ficha y se multa a la escuela por falta de un entrenador, no sé lo que va a pasar allá por marzo o abril". El técnico cordobés advierte de que "si no hay golpe de timón muy fuerte el futuro es muy negro" y recuerda que quien tiene que darlo es el presidente. "Yo creo que Tejero es una persona muy inteligente y confío en que sepa solventar la situación".

Respecto a la afición, su frase es demoledora. "El domingo fueron al campo 120 de más". Y concluye: "Son muchísimos años de sufrimiento. De hecho, no hubo más tranquilidad que cuando yo estuve por primer vez en la temporada 1998-1999, luego no hubo más regularidad, templanza ni perspectiva".

José Manuel Muñiz, que ocupó el banquillo en varias etapas y es un clásico del club, habla también de tristeza. "No sé muy bien el motivo de que esto acabase así, pero la situación es muy triste para los que sentimos el Avilés. Supongo que desde dentro se vive de la misma manera y espero que los que están ahí ahora sabrán resolverla".

Muñiz confía en el equipo dirigido por Xiel "porque tiene gente joven con miras de futuro y en cuanto se estabilice el club va a salir adelante" y respecto al descenso de socios, recuerda que los seguidores siempre quieren tener "un equipo importante y que ofrezca resultados" porque, señala, "es una afición muy buena y entendida, pero cuando no está de acuerdo se manifiesta de alguna manera". Lo preocupante, en su opinión, es la mala imagen que da el club a todos los niveles y defiende que en esta situación "hay mucha más gente implicada que el dueño, José María Tejero, que lleva muchos años poniendo dinero de su bolsillo y al que siempre se condena".

El gaditano José Manuel Barla, el último técnico de la etapa de Clarkson que no pudo evitar el descenso en 2015, también sigue con inquietud el mal momento del club. "Siento pena, tristeza y preocupación porque el Avilés tiene mucha solera e historia". Y añade: "Entre todos la mataron y ella sola se murió porque cuando las cosas no se hacen bien hay muchas opciones de que terminen mal".

Barla rememoró que tras su marcha se creó el Avilés Stadium y lamenta la división existente en la afición de la ciudad. "Es una pena que en un club histórico no reme todo el mundo en la misma dirección, pero si la gente toma esa decisión tendrá sus razones porque estoy convencido de que todo el mundo lleva el Avilés dentro y nadie le desea mal, al margen de las personas que están alrededor".

Geni, el último capitán en Segunda B, habla desde la distancia de "ganas de que se solucione todo y que el equipo no llegue a perder la categoría". El avilesino ansía que sólo se hable de fútbol. "Lo ideal sería normalizarlo todo en el club, que la gente esté al día en el cobro e intentar hacer un equipo competitivo para volver a Segunda B cuanto antes".

Pablo Pantiga, capitán de los dos últimos años, dice que lo que sucede en el club "es algo esperado" después de lo acaecido el pasado verano. "Cuando te avisan con antelación de que no saben si hay dinero, imagínate lo que puede pasar cuando estuvimos cuatro meses sin cobrar y no nos habían avisado", comenta. La pena, en su opinión, es que "es el club con más posibilidades de los que estuve y el que peor aprovecha sus recursos".

Y añade: "Lo más triste es que se vea normal el no pagar o no hacerse responsable de lo que prometes. Es cierto que al final siempre paga, pero no debería de ser así". También él entiende el divorcio de la afición. "Es lógico que se vayan porque llevan sufriendo muchos años y tampoco creo que deba de sorprende a nadie".

Sobre el posible descenso es prudente. "No creo porque tiene un buen entrenador y jugadores con calidad, pero en el fútbol nunca se sabe y si la situación institucional sigue así repercutirá negativamente en lo deportivo, como nos pasó a nosotros el año pasado".