La fama se la lleva Alemania, pero hubo una época en que el fútbol era un deporte en que jugaban once contra once y al final siempre ganaba Italia. Por lo civil, con jugadores extraordinarios como Paolo Rossi, Roberto Baggio o Alessandro del Piero, o por lo criminal, con perros de presa del estilo de Paolo Gentile, Marco Matterazzi y Gennaro Gattuso. Pero hace tiempo, concretamente desde 2008 en el caso de España, en que algo ha cambiado. La selección italiana gana y pierde como las demás. Y últimamente ha caído en la mediocridad. La forma en que se ha quedado fuera del Mundial es significativa. Incapaz de marcar un gol en 180 minutos a un rival como Suecia, que le hizo probar de su propia medicina: máxima eficacia con muy poco fútbol. La Italia futbolística ha cambiado tanto que no hubo ni asomo de la encerrona que podían temerse los suecos. Al contrario. La imagen que quedará de esta eliminatoria será el señorío de Gianluigi Buffon, de principio a fin: aplaudiendo mientras los "tiffosi" silbaban el himno sueco y, consumado el desastre que cerraba su etapa en la "Azzurra", felicitando al rival y consolando a los suyos. Grande Buffon, hasta en la derrota.
