La semana empezó con el previsible linchamiento a Iglesias Villanueva y su ayudante por el no gol de Mestalla, como hace unas semanas lo sufrieron el gijonés González Fuertes por el del Camp Nou al Málaga, o la pasada temporada el canario Hernández Hernández en el Betis-Barça. La conclusión, facilona porque no tienen hinchas que les defiendan, es que los árbitros españoles son muy malos. Nadie se para a pensar en lo complicado que resulta juzgar en un campo jugadas como esas, tan evidentes con una pantalla de televisión y repeticiones a la carta. Con el agravante de que los árbitros de aquí, a diferencia de los ingleses, alemanes o portugueses, no tienen el comodín del VAR y del Ojo de Halcón. Lo curioso es que el primer responsable del desaguisado de Valencia, el guardameta Neto, se haya ido de rositas. Porque si hubo un error grave en la famosa jugada fue el de Neto, al que se le coló entre las piernas un tirito de Messi. Y Neto sí es un profesional muy bien pagado, que se entrena toda la semana para, por lo menos, evitar ridículos como ese. Otra cosa es que, como cualquier humano, de vez en cuando cometa errores, en cualquier caso tan graves como la del crucificado Iglesias Villanueva.