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Lidia Valentín, campeona con el corazón

Lidia Valentín, tras el bronce en Río. REUTERS

En la madrugada del lunes llegaron buenas noticias desde Anaheim (Estados Unidos). Por fin Lidia Valentín podía festejar un triunfo desde donde hace tiempo que se lo merecía, lo más alto del podio. Su triple título mundial (arrancada, dos tiempos y total olímpico) no compensan los disgustos de otras competiciones en que las medallas le llegaron en diferido. Pero al menos hace justicia con una luchadora y, salvo sorpresa mayúscula, con una deportista ejemplar. Porque en el palmarés de la mejor española de la historia en halterofilia (tanto en categoría masculina como femenina) figuran uno oro (Londres 2012), una plata (Pekín 2008) y un bronce (Río 2016) olímpicos, pero los dos primeros aún no han llegado a su casa de Ponferrada. Nada menos que seis de las siete rivales que le precedieron en esos Juegos acabaron dando positivo. Es lo que pasa cuando los organismos competentes escarban un poco en los métodos de unos países acostumbrados a escoger el camino fácil hacia el éxito. Todo lo contrario que Lidia Valentín, que volvió a celebrar su oro componiendo un corazón, el mismo con el que se ha ganado a la afición española.

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