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Egocheaga, al filo de lo imposible

El escalador asturiano fue elegido por una expedición coreana para contribuir al reto de coronar por primera vez el Lhotse por su cara sur

Una perspectiva de la cara sur del Lhotse. J. E.

En mayo de 2013, Jorge Egocheaga alcanzaba la cima del Lhotse (8.516), el penúltimo de sus 14 "ochomiles", la colección que completaría en 2014. Cuatro años después, el alpinista asturiano volvió para participar en una expedición coreana que buscaba lo que no había conseguido nadie, ni el mítico Reinhold Messner: alcanzar la cumbre por la cara sur. Como Messner y otros grandes del alpinismo, Egocheaga tuvo que desistir, pero regresó fascinado por una pared que representa uno de los últimos retos pendientes de los himalayistas.

"Supuestamente, la cara sur del Lhotse tiene dos ascensos, pero sin pruebas", aclara Egocheaga, para añadir que para él es más importante el camino que la meta: "La cara sur del Lhotse es una preciosidad. También una pared muy difícil y peligrosa". Hace muchos años que estaba entre sus objetivos y ahora le llegó la oportunidad de la forma más inesperada: "Mister Hong, un alpinista coreano que trabaja para National Geographic, preguntó a los sherpas por alguien que pudiera ayudarle y le hablaron de mí. Me llamó para que le grabase en altura para la película que prepara".

Egocheaga pudo comprobar que la leyenda de la cara sur del Lhotse estaba justificada: "Es la expedición más peligrosa en la que he participado. Aparte de las dificultades técnicas, escalando siempre en vertical, sufrimos continuas avalanchas y caídas de piedras. En el campo 3, a 7.500 metros, nos pilló una avalancha que arrastró la tienda de Hong y quedó colgando de una cuerda". El fortísimo viento fue una dificultad añadida: "Estuvimos muchos días sin poder salir de la tienda. Se me hizo largo porque sólo uno de los coreanos sabía hablar inglés".

Jorge Egocheaga viajó a Katmandú a finales de agosto y no regresó hasta el 16 de noviembre: "Intentamos un ataque a la cumbre a finales de octubre. Llegamos a los 8.250 metros, pero tuvimos que dar la vuelta. Yo era partidario de bajar, pero Hong se empeñó en un segundo intento a mediados de noviembre. Me costó mucho porque con las avalanchas vi la muerte cerca".

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